Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
Will levantó la mano para pedirle a su amigo que se callara, y prosiguió:
«Podría resultar peligroso, pero tengo que hacerlo. Tengo que demostrarles (¡y si
mi teoría es correcta, quedará bien demostrado!) que no soy sólo el triste responsable
de ese museo.»
Y luego Will leyó la frase final, que estaba subrayada varias veces:
¡Me recordarán!
—¡Vaya! —exclamó, recostándose en la húmeda butaca—. ¡Es increíble!
—Sí —confirmó Chester con poco entusiasmo. Empezaba a pensar que tal vez el
padre de Will no estuviera del todo cuerdo. Aquello se parecía mucho a las
divagaciones de un desesperado que comprende que está perdiendo la partida de la
vida.
—¿Qué se traía entre manos? ¿Qué teoría es ésa que menciona? —preguntó Will,
volviendo a las hojas arrancadas—. Apuesto a que era aquí donde lo explicaba. No
quería que nadie le robara las ideas —se estaba entusiasmando.
—Sí, pero ¿dónde crees que ha ido? —preguntó Chester—. ¿Qué crees que quería
decir con lo de «tengo que llegar»?
Esta pregunta desinfló a Will. Miró a su amigo sin comprender.
—Bueno —admitió tras una pausa—, hay dos cosas que no puedo comprender. La
primera es que yo lo vi ocupado en algo en casa a altas horas de la noche. Unas dos
semanas antes de que desapareciera. Supongo que estaba cavando en el terreno
comunal... pero no encaja.
—¿Por qué?
—Bueno, cuando lo vi, estoy seguro de que transportaba una carretilla de tierra de
la casa al terreno comunal, no al revés. Y la segunda cosa es que no aparecen por
ningún lado ni su mono ni su casco.
79