Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 62

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles 11 Chester estaba apoltronado en una de las dos desvencijadas butacas del túnel de los Cuarenta Hoyos. Con las yemas de los dedos formó otra bolita de arcilla y la añadió al montón que tenía en la mesa, a su lado. Sin mucho interés, empezó a ensayar puntería tirándolas, una tras otra, al cuello de una botella de plástico vacía que había situado en precario equilibrio en el borde de una carretilla cercana. Will se estaba retrasando mucho, y mientras Chester lanzaba las bolitas se preguntaba qué sería lo que lo había entretenido. De por sí, este retraso no era motivo de preocupación, pero es que se moría de impaciencia por explicarle a su amigo lo que había descubierto al llegar a la excavación. Cuando por fin apareció Will, lo hizo bajando a paso de tortuga por la rampa de la entrada del túnel, con la pala al hombro y la cabeza gacha. —Hola, Will —le saludó Chester con alegría, tirando a la orgullosa botella el puñado de bolas que le quedaban, todas a la vez. Pero como era de suponer, todas erraron el blanco, y Chester se mostró decepcionado antes de volverse hacia su amigo en espera de respuesta. Pero Will sólo emitió un gruñido, y cuando levantó la vista, a Chester le sorprendió la tristeza que había en sus ojos. Había notado los dos últimos días que a Will le pasaba algo raro. En el colegio lo había estado evitando; y en las pocas ocasiones en las que habían hablado se había mostrado poco comunicativo. Se hizo un incómodo silencio en la sala hasta que Chester, incapaz de soportarlo más, soltó: —Hay un obstáculo... —Mi padre no está —lo cortó Will. -¿Qué? —Se encerró en el sótano, pero ahora pensamos que se ha ido. De repente Chester comprendió con claridad por qué su amigo se había comportado de manera tan rara los últimos días. Abrió la boca y volvió a cerrarla, 62