Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 61

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles cuál era su sitio, y el resultado final, si no completamente satisfactorio, tenía su propio y peculiar equilibrio. Pero ahora todo amenazaba con venirse abajo. Al menos Will tenía esa sensación aquella mañana. En medio del pasillo del piso superior, volvió a escuchar el inquietante silencio, paseando la mirada de una puerta a otra. Aquello era grave. «Tenía que ocurrir precisamente ahora, justo cuando había descubierto algo tan sorprendente», pensó. Quería hablar con su padre, contarle lo del túnel de los Pozos y la extraña cámara con la que se habían encontrado Chester y él. Porque sin su aprobación, sin su frase «Bien hecho, Will» y sin su sonrisa paternal, todo aquello no valía nada. Mientras bajaba las escaleras, tenía la extraña sensación de ser un intruso en su propia casa. Vio la puerta de la sala de estar. Seguía cerrada. Su madre debía de haber dormido allí, pensó al entrar en la cocina. En la mesa sólo había un cuenco. Como en su fondo quedaban unos copos de arroz, Will supo que su hermana había desayunado antes de salir para el colegio. Pero el hecho de que no lo hubiera lavado al terminar, y la ausencia tanto en la mesa como en el fregadero del cuenco de copos de maíz y de la taza de té de su padre, le parecieron alarmantes. Aquella imagen congelada de la actividad cotidiana encerraba la clave de un misterio, como esas pequeñas pistas en la escena del crimen que, examinadas correctamente, proporcionaban la explicación de lo ocurrido. Pero la cosa no funcionaba. No conseguía encontrar ninguna respuesta, y sabía que debía cumplir sus deberes cotidianos. «Esto es como un mal sueño —murmuró mientras echaba apresuradamente los cereales de trigo en un cuenco—. Tocado y hundido», añadió masticando con desánimo. 61