Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 60

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles 10 Will se despertó bostezando perezosamente. Contemplaba la habitación adormilado hasta que cayó en la cuenta de la luz que entraba por el borde de las cortinas. Se sentó bruscamente, comprendiendo que algo no iba bien. Faltaba el habitual alboroto matutino en la casa. Miró el despertador. Se había quedado dormido. Los acontecimientos de la noche anterior lo habían alterado hasta el punto de que se le había olvidado poner el despertador. Encontró algunas prendas de su uniforme relativamente limpias en el fondo del armario. Se las puso a toda prisa y se fue al cuarto de baño a lavarse los dientes. Al salir del baño vio que la puerta del dormitorio de Rebecca estaba abierta y se paró un momento a escuchar. Ya había aprendido a no entrar de sopetón. El dormitorio era su santuario, y se había enfadado varias veces con él por entrar sin llamar. Como no oyó señales de vida, decidió entrar a mirar. Estaba tan pulcro como siempre: la cama hecha primorosamente y la ropa de andar por casa preparada para cuando volviera del colegio, todo limpio y ordenado. Vio el pequeño despertador negro en la mesita. «¿Por qué no me habrá llamado?», pensó. Luego vio que la puerta del dormitorio de sus padres estaba entornada, y no pudo resistirse a asomar la cabeza por el hueco. La cama estaba sin deshacer. Aquello no era normal. ¿Dónde estaban? Will pensó en la discusión que habían tenido sus padres la noche anterior, cuya gravedad no había comprendido hasta aquel momento. En contra de la impresión que solía dar, Will tenía un lado sensible: no es que no le importara lo que les ocurría a los demás, era tan sólo que le resultaba difícil expresar sus emociones, y prefería ocultar sus sentimientos detrás de una displicente chulería ante las cosas de su familia, o con una máscara de total indiferencia ante lo que atañía a otras personas. Se trataba de un mecanismo de defensa desarrollado con los años para soportar las pullas que provocaba su aspecto físico: nunca muestres tus sentimientos, nunca contestes a sus provocaciones, nunca les des esa satisfacción. Aunque no pensaba mucho en ello, Will era consciente de que su vida familiar era muy extraña, por decirlo con suavidad. Los cuatro miembros de la familia eran tan diferentes como si los hubiera juntado el azar, tan diferentes como cuatro extraños que comparten un compartimento de tren. De algún modo, la amalgama tenía sentido. Cada cual sabía 60