Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
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El doctor Burrows iba silbando, balanceando el maletín al compás de sus pasos.
Dobló la esquina exactamente a las seis y media de la tarde, en el instante preciso en
que lo hacía cada día, y su casa apareció ante sus ojos. Era una de las muchas
viviendas embutidas en Broadlands Avenue: cajas de ladrillo iguales, con espacio
justo para una familia de cuatro personas. Lo único que la salvaba era que las casas
de su lado de la avenida daban por detrás a los terrenos comunales, así que al menos
tenían vistas a un gran espacio abierto, aunque sólo podían contemplarlas desde
habitaciones en las que apenas se podía mover a sus anchas un ratón, no digamos un
gato.
Mientras estaba en el recibidor ordenando los libros viejos y las revistas que
llevaba en el maletín, su hijo no se encontraba a mucha distancia de allí. Corriendo en
su bici como alma que lleva el diablo, Will entró en Broadlands Avenue. Su pala
reflejaba el primer brillo rojizo de las farolas que acababan de encenderse. Zigzagueó
con habilidad entre las líneas blancas del medio de la calzada y se ladeó
peligrosamente para cruzar la verja abierta de su casa. El chirrido de los frenos
aumentó antes de que la bicicleta se detuviera completamente en la cochera.
Desmontó, le puso el candado a la bici, y entró en la casa.
Will era el tipo de chico que necesita espacio. En consecuencia, era difícil
encontrarlo en casa, salvo a las horas de comer y de dormir, y trataba su hogar, igual
que hacen muchos chavales de su edad, como si fuera más bien un hotel. El único
problema que le daba su ansia de salir de casa era que, como no podía exponerse al
sol, se veía obligado a meterse bajo tierra a la menor oportunidad. Y, desde luego, no
es que eso le molestara.
—Hola, papá —saludó a su padre, que ya estaba instalado en la sala de estar en
posición no muy elegante, sujetando todavía su maletín abierto mientras veía algo en
la televisión. Sin la menor duda, su padre era la persona que ejercía mayor influencia
en Will. Un simple comentario casual o una información proveniente de su padre
podían hacer que el chico se embarcara en las más intensas y extremas
«investigaciones», que a menudo implicaban cavar mucho y de manera absurda. El
doctor Burrows siempre lograba estar presente en el momento culminante de
cualquiera de las excavaciones de su hijo si sospechaba que se iba a encontrar algo de
verdadero valor arqueológico, pero la mayor parte del tiempo prefería enterrar la
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