Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
siglo dieciocho. Si los miras bien, verás que todos son diferentes, porque están hechos
a mano por...
Pero el emocionado Chester había vuelto ya a la mesa, donde otra cosa le había
llamado la atención.
—Esto es guay —dijo levantando y girando una botellita de perfume para que la
luz pasara a través de sus maravillosos tonos malva y azul cobalto—. No me puedo
creer que alguien lo tirara.
—Sí que es guay —confirmó Will—. Si quieres te la puedes quedar.
—¡No! —dijo Chester asombrado del ofrecimiento.
—Sí, quédatela, yo tengo otra igual en casa.
—Jo, es estupendo... ¡gracias! —Estaba mirando la botella con tanto entusiasmo
que no vio la sonrisa de satisfacción de su amigo. Habitualmente Will se moría por
enseñarle a su padre lo último que acababa de encontrar, pero esto era algo que
estaba por encima de sus expectativas: alguien de su misma edad que se mostraba
realmente interesado por el producto de su trabajo. Echó un vistazo a la mesa
abarrotada de cosas y se sintió orgulloso. Ese era el sentido de su vida. Con mucha
frecuencia se entretenía recordando el instante en que había encontrado alguna de
aquellas piezas de historia desechadas. Para Will, el pasado era mucho más
agradable que la cruda realidad del presente. Sonreía mientras volvía a colocar los
objetos en la banasta.
—Todavía no he encontrado fósiles... nada realmente antiguo, pero uno nunca
sabe dónde le sonreirá la suerte —dijo mirando con anhelo hacia los ramales del
túnel—. ¡Ahí está la emoción!
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