Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 314

Roderick Gordon- Brian Williams
Túneles
en la mano. Aspiró el fragante aroma de las frutas que lo rodeaban, y miró a su hermano sin comprender.
—¿ Qué ha pasado?— gritó por encima del ruido del tren.—¡ Vaya potra, has caído en el vagón-restaurante!— se rió entre dientes.—¿ En?— No importa. Intenta sentarte— sugirió Will.
— Dentro de un minuto.— Cal estaba aturdido, pero por lo demás sólo parecía haberse hecho unos moratones y algunos rasguños, aparte de haber tenido la ocasión de disfrutar de un baño de sandía, así que Will empezó a examinar las cajas. Sabía que tenía que recoger las mochilas, que habían caído en los otros furgones, pero no había prisa. Imago le había dicho que sería un largo viaje y, de cualquier manera, la curiosidad en aquellos momentos era más fuerte que él.
—¡ Voy a...!— le gritó a su hermano.—¿ Qué?— Cal se llevó la mano a la oreja.—¡... explorar!— dijo Will acompañándose de señas.—¡ Vale!
Will gateó entre el alocado mar de esferas de luz en la parte de atrás del vagón y se levantó al llegar al final. Echó un vistazo al enganche entre los furgones. El brillo de los viejos raíles resultaba hipnótico. Después miró el vagón siguiente, del que lo separaba un metro y, sin pararse a pensar, saltó..
Se dejó caer en el otro vagón y rodó por el suelo hasta que lo detuvo un montón de sacos de lona. No había allí nada de interés, salvo unas cajas a medio camino, así que siguió a gatas hasta la parte de atrás y se volvió a levantar. Intentó ver el final del tren, pero entre el humo y la oscuridad resultaba imposible.
«¿ Cuántos vagones más habrá?», se preguntó Will. Fue saltando de un vagón a otro y al final le cogió el tranquillo a la cosa y consiguió quedarse de pie después de cada salto. Se moría de curiosidad por ver el final del tren, pero también le daba miedo lo que pudiera encontrar allí. Imago le había advertido que era muy probable que hubiera un colono en el furgón de cola, así que tenía que ir con cuidado.
Había saltado al cuarto vagón, y avanzaba a gatas por una lona, cuando algo se movió a su lado.
«¿ Qué demonios...?» Pensando que lo habían descubierto, Will lanzó un puntapié a las sombras con todas sus fuerzas. Como su equilibrio era precario, la patada no fue tan efectiva como esperaba, pero desde luego golpeó contra algo que había bajo la lona. Se preparó para volver a golpear.
—¡ Déjeme en paz!— dijo la voz quejumbrosa de alguien que apartó la lona para revelar una forma que se encorvaba en el rincón.
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