Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 307

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles —¡Ah, sí, qué bueno...! —exclamó Imago riéndose al recordar el episodio—. Fue idea de vuestra madre, la verdad. En los Rookeries cogimos suficientes sapos para llenar un barril. Los pirados suelen comérselos para colocarse. Es una costumbre bastante peligrosa. Si se pasan les derrite el cerebro. —Imago levantó las cejas—. Sarah y Tam llevaron los sapos a la iglesia y los soltaron justo antes de que comenzara el oficio. Tendríais que haberlo visto... Un centenar de esos bichos viscosos saltando por todas partes... la gente corriendo y gritando, y al predicador no se le oía entre tantos graznidos... ¡brup, brup, brup! —El corpulento Imago se estremecía riéndose en silencio, pero luego frunció el entrecejo y fue incapaz de proseguir. Como hablaban de su madre auténtica, Will había hecho esfuerzos por escuchar, pero estaba demasiado cansado y preocupado. Pensaba sobre todo en la grave situación en la que se encontraban, y le asustaba el compromiso que acababa de adquirir: un viaje a lo desconocido. ¿Estaba realmente preparado? ¿Hacía lo que le convenía a él y a su hermano? Salió de su introspección al oír que Cal interrumpía de repente a Imago, que acababa de comenzar otra historia. —¿No crees que podría haberlo logrado? —le preguntó Cal—. Ya sabes... escapar... Imago apartó la vista de él rápidamente y comenzó a dibujar algo en el polvo con el dedo, como ausente, porque se había quedado sin palabras. Y en el silencio que siguió, el intenso pesar afloró de nuevo al rostro de Cal. —No puedo creer que ya no esté. ¿Qué será de mí? —Toda su vida luchó contra ellos —dijo Imago con la voz tensa—. No era ningún santo, eso está claro, pero nos dio algo importante: esperanza. Y eso hacía las cosas más llevaderas. —Se detuvo con los ojos fijos en algún punto distante, detrás de la cabeza de Cal—. Tras la muerte de Crawfly habrá purgas... Y la represión será como no se ha visto jamás. —Cogió una perla de cueva y se puso a examinarla—. Pero no volvería a la Colonia aunque pudiera. Supongo que ahora todos somos vagabundos sin hogar —dijo tirando con el pulgar al aire la perla, que con total precisión cayó en el centro justo del pozo. 307