Roderick Gordon- Brian Williams
Túneles
— Durante demasiado tiempo tú has sido la espina que tenía clavada— gritó Crawfly.
Will miró a Tam y se quedó sorprendido al ver que ya tenía un arma en la mano, un machete impresionante que había sacado de no se sabía dónde.
— Ha llegado la hora de enmendar entuertos— dijo Tam con voz apremiante y grave a Imago y a los chicos, quienes percibieron la mirada de denodada determinación que brillaba en sus ojos al volverse hacia Crawfly—. Seguid la marcha, ya os alcanzaré— les dijo mientras empezaban a andar.
Pero la severa figura, rodeada de flecos de niebla no cedía un ápice. Blandiendo las hoces con destreza y agachándose un poco, el styx tenía un aspecto horriblemente sobrenatural.
— Esto no me gusta. Tam está demasiado confiado— murmuró Imago—. Será mejor que nos esfumemos.
Con sentido protector, se llevó a los chicos hasta una de las bocas de túnel del Laberinto, mientras Tam se acercaba a Crawfly.
—¡ Ah, no... no...!— Imago se quedó mudo. Will y Cal se volvieron para averiguar el motivo de su alarma.
Tras la niebla acababa de aparecer una gran cantidad de styx, que se abrían en abanico. Pero Crawfly levantó una de las guadañas y se pararon en seco, a poca distancia por detrás de él, dando muestras de impaciencia.
Tam se quedó quieto por un momento, como si estuviera sopesando posibilidades. Movió la cabeza hacia los lados sólo una vez; después se estiró en actitud desafiante. Se quitó la capucha y respiró profundamente, llenándose los pulmones de aire apestoso.
En respuesta, Crawfly se quitó las gafas y la máscara de gas, dejándolos caer a sus pies y apartándolos de una patada. Avanzaron uno hacia el otro, y se volvieron a parar. Se miraron como dos paladines enemigos. Will se estremeció al ver la sonrisa fría, sardónica, en el rostro enjuto del styx.
Los muchachos apenas se atrevían a respirar. En aquel lugar reinaba una parálisis mortal, y el silencio era tan absoluto que parecía que el sonido mismo hubiera desaparecido del mundo.
Crawfly hizo el primer movimiento, abalanzándose contra Tam mientras agitaba los brazos como si fueran látigos. Tam dio un salto hacia atrás para evitar la descarga de acero y, haciéndose a un lado, adelantó el machete en un movimiento defensivo. Las hojas se encontraron y rozaron con un chirrido estridente.
Con increíble destreza, Crawfly giró como si ejecutara una danza ritual, lanzándose contra Tam y retrocediendo, golpeando repetidas veces con sus dos cuchillos. Tam contraatacó con paradas y estocadas, y los dos oponentes atacaron y 294