Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
anciano, y terminó yéndose también él, arrastrando los pies y mascullando algo
ininteligible.
Al pie de la escalera, el agua mojaba las piernas de los chicos mientras avanzaban
lo más aprisa que podían por la orilla parcialmente sumergida, y sólo aflojaron la
marcha cuando ya estuvieron fuera de la vista de la gente. Sin dudar, Cal y Bartleby
entraron por la boca del túnel de drenaje.
Will se detuvo un momento antes de proseguir. Echó una última mirada al cielo
gris pálido por entre las aberturas de las tablas del techo, y aspiró hondo, saboreando
las últimas bocanadas de aire fresco.
Recobradas las fuerzas tras la enfermedad, se sentía como si fuera una persona
diferente, preparada para afrontar lo que le esperaba. Como si la fiebre lo hubiera
curado de dudas y debilidades, lo embargaba la seguridad algo fatalista de los
aventureros avezados. Pero al mirar el río de apacible movimiento, experimentó un
intenso sentimiento de pérdida y melancolía, consciente de que tal vez se hundía en
las entrañas de la tierra para siempre. Naturalmente, nadie le obligaba, podía
quedarse en la Superficie si quería, pero sabía que ya no volvería a ser lo mismo que
antes. Demasiadas cosas habían cambiado para siempre.
—Adelante —dijo apartando aquellas ideas de su mente y entrando en el túnel,
donde lo esperaba Cal, impaciente por emprender el camino. Con una simple
mirada, Will vio todas las emociones que batallaban en el rostro de su hermano:
aunque la preocupación era evidente, había también algo más, un intenso alivio ante
la expectativa del inminente regreso al mundo subterráneo. Al fin y al cabo, aquel
mundo era el suyo.
Aunque se había visto obligado por las circunstancias, Will meditaba sobre el
terrible error que había sido llevar a Cal con él a la Superficie. El chico necesitaría
tiempo para adaptarse a la vida de arriba, y eso era algo de lo que no disponían,
porque, le gustara o no, el destino de Will pasaba por rescatar a Chester y encontrar a
su padre. Y ahora el destino de Cal estaba inextricablemente ligado al suyo.
Le irritaba haber perdido tantos días a causa de la fiebre, porque no tenía ni idea
de si sería ya demasiado tarde para salvar a su amigo. ¿Lo habrían mandado ya al
exilio en las Profundidades? ¿Habría encontrado un fin inimaginable en manos de los
styx? Fuera lo que fuera, se enteraría. De momento, necesitaba pensar que Chester
seguía vivo, porque tenía que salvarlo, dado que, si no lo hacía, nunca podría vivir
con aquella carga sobre los hombros.
Llegaron hasta el respiradero casi vertical, y Will, en contra de sus apetencias, se
metió en el pozo de agua helada que había debajo. Cal se subió a sus hombros para
alcanzar el respiradero y subió por él, llevando consigo el extremo de una cuerda.
Cuando su hermano llegó arriba, Will ató al pecho de Bartleby el otro extremo de la
cuerda, y Cal empezó a izarlo. Esto resultó completamente innecesario ya que, una
vez en el respiradero, el animal utilizó sus vigorosas patas para trepar con una
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