Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 276

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles como dos alambres animadas por el demonio. Will trata de tender la mano hacia su padre, para ayudarlo en su lucha contra aquel horripilante ataque en el que el propio brazo se ha convertido en su enemigo. —¡No, no...! Papá... ¡papá! —No pasa nada, Will, no pasa nada —llegó la voz de su hermano desde la distancia. El resplandor de la lava desapareció. En su lugar había una agradable penumbra, y pudo notar la balsámica frescura de la toallita que Cal le ponía en la cabeza. Se sentó dando un respingo. —¡Era mi padre! ¿Qué le ha ocurrido? —gritó mirando a su alrededor como loco, sin saber dónde estaba. —No pasa nada —dijo Cal—. Sólo era un sueño. Will se dejó caer sobre las almohadas, comprendiendo que se hallaba en la cama de una estrecha habitación. —Lo he visto. Era todo tan claro y real... —dijo, con una voz que se le quebraba. No pudo contener el mar de lágrimas que de repente afloró a sus ojos—. ¡Era mi padre y se encontraba en una situación horrible! —No ha sido más que una pesadilla. —Cal hablaba con suavidad, apartando la mirada de su hermano, que sollozaba en silencio. —Estamos en casa de la tía Jean, ¿verdad? —preguntó Will, calmándose al ver el papel pintado de flores. —Sí, llevamos aquí casi tres días. —¿Eh... ? —Will intentó volver a sentarse en la cama, pero no pudo y volvió a dejar caer la cabeza en la almohada—. Me encuentro tan débil... —No te preocupes, todo va bien. Tu tía nos trata bien. Y se ha quedado prendada de Bart. Durante los días siguientes, Cal cuidó a Will alimentándolo con cuencos de puré, alubias con tomate sobre una tostada, e interminables tazas de té demasiado azucarado. La única contribución de la tía Jean a la curación de Will consistía en pegarse al pie de la cama y parlotear incesantemente sobre la vida «en aquellos tiempos», aunque Will estaba tan agotado que se dormía antes de que ella pudiera matarlo de aburrimiento. Cuando se sintió lo bastante fuerte como para ponerse en pie, probó sus piernas tratando de caminar de un lado a otro del pequeño dormitorio. Cojeando por allí, 276