Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
secreto, y no podía faltar a esa promesa ni siquiera con Chester. Tomó aire
ostensiblemente, antes de proseguir—: Es muy firme. Es preferible no abrir túneles
bajo los edificios, porque eso requiere puntales más fuertes y mucha más
planificación. Y tampoco es buena idea hacerlo donde hay agua o riachuelos
subterráneos, porque pueden provocar derrumbes.
—No hay agua por aquí, ¿verdad? —se apresuró a preguntar Chester.
—Sólo ésta. —Will alcanzó una caja de cartón que había en la mesa y le pasó a su
amigo una botella de plástico—. ¿Nos sentamos un rato?
Se sentaron los dos en las viejas butacas, bebiendo a sorbos cada uno de su botella,
mientras Chester contemplaba el techo y alargaba el cuello para atisbar por los dos
ramales.
—Qué silencio, ¿verdad? —suspiró Will.
—Sí—contestó Chester—. Qué... eh... tranquilidad.
—No es sólo eso... Se está tan calentito y tan bien aquí abajo... Y el olor, ¿no te
parece reconfortante? Mi padre dice que de aquí es de donde salimos todos, hace
mucho tiempo. Los cavernícolas... Y por supuesto es donde terminaremos al final.
Bajo tierra, quiero decir. Por eso nos resulta tan natural... Hogar, dulce hogar.
—Supongo —confirmó Chester, dubitativo.
—¿Sabes?, yo pensaba en que cuando compras una casa, posees también todo lo
que hay debajo.
—¿Qué quieres decir?
—Tu casa está construida en una parcela de terreno, ¿vale? —explicó Will, pisando
con fuerza el suelo de la caverna, para ser más expresivo—. Y todo lo que hay debajo
de esa parcela, siguiendo hasta el centro de la tierra, también es tuyo. Naturalmente,
cuanto más te acercas al centro del planeta, el «gajo», si quieres llamarlo así, se va
haciendo más pequeño.
Chester asentía moviendo lentamente la cabeza, sin saber qué decir.
—Así que siempre me he imaginado que uno puede cavar y cavar en su tajada del
mundo todos esos miles de kilómetros que no se usan, en lugar de sentarse en un
edificio que está posado en la corteza terrestre —dijo Will fantaseando.
—Ya —replicó Chester, captando la idea—. Si uno se pone a cavar puede acabar
teniendo un rascacielos, pero en sentido contrarío. Como un pelo que no sale de la
piel. —Involuntariamente, se rascó el eccema del antebrazo.
—Sí, eso es, exacto. No lo había visto desde ese punto de vista, está muy bien. El
problema es que mi padre dice que realmente no eres propietario del terreno que está
debajo. El Gobierno tiene derecho a construir líneas de metro y lo que quiera.
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