Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 25

Roderick Gordon- Brian Williams
Túneles
tenido lugar una batalla sangrienta y desigual con el resultado de dientes caídos y una nariz rota.
Después de eso, tanto a Will como a Chester los dejaron en paz y los trataron con esa especie de respeto con que se trata a los perros rabiosos. Sin embargo, ambos chicos mantuvieron una cierta desconfianza hacia sus compañeros, pensando que si bajaban la guardia volvería a comenzar la persecución. De esa manera, aparte de que incluyeran a Chester en varios equipos deportivos del colegio en virtud de sus excepcionales características físicas, siguieron siendo unos excluidos, unos solitarios marginados. Sintiéndose a salvo en su compartido aislamiento, no hablaban con nadie y nadie hablaba con ellos.
Incluso habían pasado años antes de que se hablaran entre ellos, aunque se profesaban una mutua y secreta admiración por la manera en la que se defendían del abuso escolar. Sin darse cuenta, empezaron a acercarse el uno al otro y a pasar cada vez más rato juntos durante las horas de clase. Will había pasado tanto tiempo solo y sin amigos que se sentía entusiasmado teniendo un compañero, pero sabía que para que hubiera una auténtica amistad tendría que hacer partícipe a Chester, tarde o temprano, de su gran pasión: las excavaciones. Y ahora había llegado el momento.
Will circuló por entre montículos cubiertos de hierba, hoyos y montones de escombros dejados de manera furtiva y, al llegar al final, dio un frenazo. Desmontó y metió la bicicleta en un pequeño escondite bajo la carrocería de un coche abandonado, cuyo modelo resultaba irreconocible a causa del deterioro y de la rapiña a que estaba sometido.
— Ya estamos— anunció a Chester cuando éste lo alcanzó.
—¿ Es aquí donde tenemos que cavar?— preguntó su amigo jadeando, mientras observaba el terreno a su alrededor.
— No. Échate atrás un poco— le pidió Will. Chester se alejó un par de pasos, mirándolo con desconcierto.
—¿ Vamos a empezar uno nuevo?
Will no respondió. Se arrodilló y buscó palpando por entre la hierba. Encontró lo que buscaba: una cuerda con nudos. Se levantó, agarró la cuerda y tiró fuerte. Para sorpresa de Chester, se abrió una grieta en la tierra y se levantó una gruesa tabla de contrachapado marino, dejando al descubierto la oscura entrada que había debajo.
—¿ Por qué tienes que esconderlo?— preguntó a Will.
— No puedo permitir que esos cerdos revuelvan en mi excavación, ¿ no te parece?— dijo revelando cierto sentido de la posesión.
— No vamos a entrar ahí, ¿ verdad?— preguntó Chester, dando un paso para mirar adentro.
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