Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 24

Roderick Gordon - Brian Williams Túneles —¿Qué te ha pasado? —preguntó cuando Chester llegó junto a él. No le entraba en la cabeza que algo pudiera haberlo retrasado, porque no podía haber nada tan importante como lo que iban a hacer. Era un acontecimiento importante en la vida de Will, ya que nunca había permitido que ningún chico de su clase (ni de ningún otro sitio, en realidad) viera uno de sus trabajos. Todavía no estaba seguro de que hubiera hecho bien, porque aún no conocía a Chester lo suficiente. —Lo siento, tuve un pinchazo —se disculpó el muchacho, resoplando—. Tuve que llevar la bici a casa y venir corriendo... Un poco duro con este calor. Will levantó la vista al sol y frunció el ceño. No le hacía ninguna gracia: a causa de la falta de pigmentación de su piel, incluso la escasa fuerza del sol en un día nublado podía producirle quemaduras. Debido a su albinismo, su pelo, que le salía por debajo de la gorra, era prácticamente blanco. Los ojos de color azul claro se le iban impacientes hacia el interior de los pozos. —Vale, manos a la obra. Ya hemos perdido demasiado tiempo —dijo Will, cortante. Se subió a la bicicleta sin dirigir apenas una mirada a Chester, que empezó a correr tras él. Vamos, por aquí—le urgió, porque se quedaba retrasado. —¡Eh, yo creía que ya habíamos llegado! —le gritó Chester, intentando recuperar el aliento. Chester Rawls, que era casi tan ancho como alto y fuerte como un buey, al que en la escuela llamaban el Cuboide o Armario, tenía la misma edad que Will, pero evidentemente se había beneficiado de una alimentación mejor, o su físico de levantador de pesas era producto de la herencia. Una de las pintadas menos ofensivas de los aseos del colegio proclama que su padre era un armario y su madre una mesa camilla. Aunque resultaba chocante la creciente amistad entre Will y Chester, lo que los había acercado era exactamente lo mismo que los singularizaba en clase: la piel. Porque Chester tenía eccemas graves que le escocían y terminaban produciéndole excoriaciones en la piel. Esto se debía, le habían dicho con desesperanza, o a una alergia no identificable o a tensión nerviosa. Fuera cual fuera la causa, había soportado las burlas de sus compañeros, que llegaban a llamarlo «horrenda criatura con escamas» y «culo de serpiente», hasta que no pudo más y se defendió utilizando su fuerza física para acallar las burlas con buenos resultados. De manera similar, la palidez lechosa de Will lo separaba de los demás, y durante un tiempo había soportado la tortura de ser llamado «Escayola» y «Sorbete, el hombre de nieve» Más impetuoso que Chester, había perdido la calma una tarde de invierno en la que sus torturadores se le habían aparecido cuando iba a cavar. Por desgracia para ellos, Will había utilizado con buenos resultados su pala, y había 24