Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
—¿Qué te ha pasado? —preguntó cuando Chester llegó junto a él. No le entraba en
la cabeza que algo pudiera haberlo retrasado, porque no podía haber nada tan
importante como lo que iban a hacer.
Era un acontecimiento importante en la vida de Will, ya que nunca había
permitido que ningún chico de su clase (ni de ningún otro sitio, en realidad) viera
uno de sus trabajos. Todavía no estaba seguro de que hubiera hecho bien, porque
aún no conocía a Chester lo suficiente.
—Lo siento, tuve un pinchazo —se disculpó el muchacho, resoplando—. Tuve que
llevar la bici a casa y venir corriendo... Un poco duro con este calor.
Will levantó la vista al sol y frunció el ceño. No le hacía ninguna gracia: a causa de
la falta de pigmentación de su piel, incluso la escasa fuerza del sol en un día nublado
podía producirle quemaduras. Debido a su albinismo, su pelo, que le salía por debajo
de la gorra, era prácticamente blanco. Los ojos de color azul claro se le iban
impacientes hacia el interior de los pozos.
—Vale, manos a la obra. Ya hemos perdido demasiado tiempo —dijo Will,
cortante. Se subió a la bicicleta sin dirigir apenas una mirada a Chester, que empezó a
correr tras él. Vamos, por aquí—le urgió, porque se quedaba retrasado.
—¡Eh, yo creía que ya habíamos llegado! —le gritó Chester, intentando recuperar
el aliento.
Chester Rawls, que era casi tan ancho como alto y fuerte como un buey, al que en
la escuela llamaban el Cuboide o Armario, tenía la misma edad que Will, pero
evidentemente se había beneficiado de una alimentación mejor, o su físico de
levantador de pesas era producto de la herencia. Una de las pintadas menos
ofensivas de los aseos del colegio proclama que su padre era un armario y su madre
una mesa camilla.
Aunque resultaba chocante la creciente amistad entre Will y Chester, lo que los
había acercado era exactamente lo mismo que los singularizaba en clase: la piel.
Porque Chester tenía eccemas graves que le escocían y terminaban produciéndole
excoriaciones en la piel. Esto se debía, le habían dicho con desesperanza, o a una
alergia no identificable o a tensión nerviosa. Fuera cual fuera la causa, había
soportado las burlas de sus compañeros, que llegaban a llamarlo «horrenda criatura
con escamas» y «culo de serpiente», hasta que no pudo más y se defendió utilizando
su fuerza física para acallar las burlas con buenos resultados.
De manera similar, la palidez lechosa de Will lo separaba de los demás, y durante
un tiempo había soportado la tortura de ser llamado «Escayola» y «Sorbete, el
hombre de nieve» Más impetuoso que Chester, había perdido la calma una tarde de
invierno en la que sus torturadores se le habían aparecido cuando iba a cavar. Por
desgracia para ellos, Will había utilizado con buenos resultados su pala, y había
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