Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
—Es un hermoso ejemplar de... de eso que... —Se calló—. En fin, ¡la verdad es que
no tengo ni idea de lo que es!
El doctor Burrows lo cogió con tanto entusiasmo que se olvidó por completo de
que Osear lo veía tragar su bocado de chocolate.
—¿Te duelen las muelas? —preguntó el anciano—. Yo también tenía la costumbre
de rechinarlas cuando me dolían. Lo estarás pasando mal. Sólo te digo que estoy
contento de haber dado el paso, y que me las quitaran todas de una vez. La
dentadura postiza no es tan molesta, en serio, en cuanto te acostumbras a ella. —Y se
llevó los dedos a la boca.
—No, mis muelas están bien —logró decir el doctor Burrows, tratando de evitar
que el viejo se sacara la dentadura.
Con esfuerzo, tragó el resto de chocolate que le quedaba en la boca—. Sólo tengo
carraspera —explicó, frotándose la garganta—. Necesito un poco de agua.
—¡Ah, eso tienes que mirártelo! Podría ser un síntoma de diabetes aguda. Cuando
yo era muchacho, Roger —le brillaron los ojos al recordarlo—, los médicos
diagnosticaban la diabetes analizando... —bajó la voz hasta convertirla en un susurro
y dirigió la mirada hacia abajo— las aguas menores, si es que me entiendes... para
ver si había demasiado azúcar.
—Sí, sí, lo sé —contestó el doctor Burrows maquinalmente, demasiado intrigado
con aquella esfera brillante para prestar atención a las curiosidades médicas de
Osear—. Qué extraño. Así de pronto, por el trabajo con el metal me atrevería a decir
que esto data del siglo diecinueve,... Y el cristal es antiguo, por supuesto soplado,
pero no tengo ni idea de qué es lo que hay dentro. Tal vez sea algún material químico
luminoso... ¿Lo has tenido esta mañana a la luz mucho tiempo, Embers?
—No, lo he guardado en el abrigo desde que me lo dio ayer la señora Tantrumi.
Eso fue justo después del desayuno. Yo estaba dando mi paseo matutino, que viene
de perlas para el movimiento intestinal...
—Me pregunto si podría ser radiactivo —le interrumpió Burrows bruscamente—.
He leído que algunos minerales guardados en museos han sido examinados por si
eran radiactivos. En Escocia descubrieron un montón de ejemplares impresionantes:
cristales de uranio llenos de energía atómica, que tuvieron que guardar en una urna
forrada de plomo. Demasiado peligroso para tenerlo a la vista del público.
—¡Espero que esto no sea peligroso! —exclamó Osear dando un paso atrás—. Lo
he llevado todo el tiempo pegado a mi cadera nueva., imagín ate si ha derretido el...
—No, no creo que sea tan potente. Seguramente, aunque fuera radiactivo, no te
habría hecho ningún daño, en tan sólo veinticuatro horas. —Miró fijamente el
interior de la esfera—. Qué curioso, dentro hay un líquido que se mueve... Parece
como si hiciera remolinos, es como una tormenta... —Se quedó callado y después
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