Tuneles Roderick Gordon 1 Túneles | Page 11

Roderick Gordon - Brian Williams
Túneles
— Debía de ser el despacho del jefe de estación — comentó su padre , limpiando con el brazo el polvo de una parte del escritorio en la que había un papel secante y , sobre él , una mugrienta taza de té en su plato . Junto a ella , un pequeño objeto , descolorido por el tiempo , manchaba de verde la superficie del escritorio :
—¡ Fascinante ! Es un telégrafo de estación de exquisita factura . .. Yo diría que es de bronce .
Dos de las paredes estaban cubiertas de estanterías llenas de cajas de cartón muy deterioradas . Will eligió una caja al azar y se apresuró a dejarla sobre el escritorio temiendo que se le deshiciera en las manos . Levantó la deformada tapa y observó maravillado los fajos de billetes de tren viejos . Sacó uno de los fajos , pero la banda de goma se deshizo y los billetes se esparcieron por el escritorio .
— Están en blanco , aún no los habían impreso — comentó el doctor Burrows .
— Tienes razón — confirmó Will , sin dejar de sorprenderse por lo que sabía su padre mientras examinaba uno de los billetes .
Pero su padre no escuchaba . Estaba arrodillado , tirando de un objeto pesado que se hallaba en un estante inferior , envuelto en una tela podrida que se rompía al tocarla .
— Y aquí ... — anunció el doctor Burrows , mientras Will se volvía a mirar el bulto , que parecía una vieja máquina de escribir con una larga palanca a un lado — tenemos un buen ejemplo de una antigua máquina de imprimir billetes . Un poco herrumbrosa , pero se puede limpiar .
—¿ Para llevarla a un museo ?
— No , para ponerla en mi colección — contestó su padre . Después de dudar un poco , su rostro adquirió una expresión de seriedad —. Mira , Will , no le vamos a decir nada a nadie sobre esto , ¿ entendido ?
- ¿ Qué ?
Will se volvió , frunciendo ligeramente el ceño . Ninguno de los dos iba por ahí pregonando el hecho de que dedicaran su tiempo libre a aquellos sofisticados trabajos subterráneos y , por otro lado , tampoco a nadie le interesaría de verdad . Su pasión común por descubrir cosas enterradas era algo que no compartían con nadie más , algo que los aproximaba el uno al otro , un lazo que los unía .
Estaban de pie en la oficina . Las lamparillas de los cascos les iluminaban los rostros . Como su hijo permanecía en silencio , el doctor Burrows lo miró fijamente , y prosiguió :
— No te tengo que recordar lo que ocurrió el año pasado con la villa romana , ¿ verdad ? Apareció aquel eminente profesor , se apropió de la excavación y se llevó toda la gloria . Yo fui quien descubrió ese sitio , ¿ y qué obtuve a cambio ? Un diminuto reconocimiento sepultado en su triste ponencia .
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