iMagazine / Mayo, 2016 27
Política Actual
a oposición luce ambivalente frente a esta posibilidad. Es una opción para la cual no se necesita ni de la Asamblea Nacional ni de la Corte Constitucional: tan sólo se necesita recoger las firmas ciudadanas a partir de la mitad del periodo presidencial. La ambivalencia de una parte del mundo opositor frente a esta posibilidad pareciera un tanto irracional, pero quizás sea un efecto del trauma de haber perdido el revocatorio en el 2004. Aquellas heridas fueron difíciles de sanar.
Para la oposición cualquier opción sería mucho más fácil de blindar si hubiese certidumbre actual sobre si efectivamente se tiene o no una mayoría calificada en la Asamblea Nacional. Esa super-mayoría sería sin duda una especie de bomba atómica: permitiría remover a los magistrados, nombrar a un nuevo CNE, reformar la Constitución e incluso convocar una Asamblea Constituyente. Sin embargo, esa mayoría calificada se perdió una vez que retiraron a los diputados amazónicos temporalmente de la Asamblea Nacional. De modo que ahora la única opción política disponible para la oposición, frente a los obstáculos del Tribunal Supremo de Justicia, es ganarse nuevamente esa amenaza creíble en la calle a través de la activación del referéndum revocatorio. Sería muy difícil para la Corte Constitucional e incluso para la misma Corte Electoral impedirla, aunque siempre podrán obstaculizarla..
La oposición necesita una amenaza creíble para obligar al chavismo a negociar cualquier salida que no sea la que ellos mismos vienen planificando. Y la única amenaza creíble, frente a la posición del chavismo de no negociar (aún) una salida constitucional (al menos no hasta que se llegue al cuarto año del periodo) es revocar el mandato y precipitar una elección presidencial.
Cuando se hizo el revocatorio del 2004, había un CNE acabado y no había un reglamento para la recolección de firmas pues nunca se había activado un proceso similar. Tampoco había una crisis económica tan profunda. Ahora estamos viviendo la crisis más grande de la historia moderna venezolana y la oposición cuenta con esas condiciones para canalizar su pedido de una forma más expedita.
El chavismo va a tratar de bombardear el proceso: quizás amenazará a quienes firmen con otra lista como las recordadas Tascón o Maisanta o apelará todas las decisiones que adopte el CNE para llevar adelante el proceso. Pero si la oposición está unificada alrededor de una sola estrategia será muy difícil (y muy costoso frente a la opinión pública) impedirlo. Y una vez activado, el chavismo va a tener que decidir si negocia o se somete a un revocatorio que seguramente van a perder y precipitaría la convocatoria de una elección presidencial antes de finales de este mismo año.