Trump en la Casa Blanca suplemento DONALD TRUMP 1 año | Page 5
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doctrina de la que Estados Unidos nunca ha escapado del todo y que ha
determinado la política exterior de Trump.
En un año, el presidente de EEUU ha negado la mano a la canciller
alemana, Angela Merkel, y humillado al presidente mexicano, Enrique Peña
Nieto, ha despreciado a Europa, revertido el acuerdo de libre comercio del
Pacífico (TPP), puesto en la cuerda floja el Tratado de Libre Comercio con
América del Norte, abandonado el pacto contra el cambio climático… Todos
estos movimientos los ha dado con la vista puesta en el ombligo. Aunque en
muchas ocasiones, como en el caso de Irán, haya ido menos lejos de lo
prometido y en la trastienda se haya mostrado más prudente que en su cuenta
de Twitter, sus mensajes le han presentado ante su núcleo duro como el
campeón que cumple sus promesas y antepone los intereses americanos a los
extranjeros.
A esta imagen flamígera ha ayudado otro factor que también asomó en su
investidura. Tras la toma de posesión, aseguró contra toda evidencia que había
sido la más multitudinaria de la historia. Ante las imágenes de la ceremonia de
Obama que le desmentían sin atisbo de duda, sus asesores rebuscaron en la
chistera y respondieron con la teoría de los “hechos alternativos”. Había
nacido la realidad paralela de Trump. Un universo donde no importa el
contraste empírico sino el efecto ante el votante.
A esa criatura escénica, que algunos días roza el delirio, Trump pronto
incorporó el bombardeo a los medios críticos (The New York Times, The
Washington Post, CNN…) a los que calificó de “enemigos del pueblo”. La
estrategia, marcada por su antiguo consejero áulico Steve Bannon, pasaba por
considerarles un brazo opositor y, por tanto, una fuente de información