Trump en la Casa Blanca suplemento DONALD TRUMP 1 año | Page 14
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apretado el gatillo más de 2.300 veces. Los fake news (bulos), Corea del
Norte, Rusia, Hillary Clinton y México ocupan los primeros lugares. Son sus
obsesiones y también un fresco que le retrata con nitidez.
Trump, ante todo, se fía de sí mismo. Poco importa que jamás haya ocupado
cargo político alguno. Si ponen en duda su equilibrio mental o su solvencia,
responde que es “un genio”. Si le afean su edad, fulmina a su interlocutor,
como hizo con el líder norcoreano Kim Jong-un, llamándole “gordo y bajo”.
Es un mecanismo previsible. No duda, no calla, no transige. Y cuando percibe
una amenaza, embiste. “Si alguien te ataca, le atacas de vuelta diez veces. Así,
al menos, te sientes a gusto”, proclamaba cuando impartía clases sobre cómo
triunfar en los negocios.
Es posible que este juego feroz le deparase éxitos en su época de tiburón
inmobiliario. Pero desde que el 20 de enero de 2017 cruzó el umbral de la
Casa Blanca, hace temblar al mundo. “Su autoestima supone un riesgo.
Cuando se siente agraviado, reacciona impulsivamente, construyendo una
historia autojustificativa que no depende de los hechos y que siempre se dirige
a culpar a otros”, ha escrito Tony Schwartz, el hombre que fue su sombra
durante más de un año y que coescribió The art of the deal (El arte del trato),
el bestseller autobiográfico de Trump.
Esta tendencia se ha agudizado. Quienes creyeron que su investidura le iba a
domesticar, se equivocaron. A sus 71 años, con cinco hijos, nueve nietos, 500
empresas y una fortuna superior a los 3.500 millones de dólares, Trump sigue
salvaje y suelto.