Trump en la Casa Blanca suplemento DONALD TRUMP 1 año | 页面 13
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Yo, Trump
Donald Trump es directo. Entra en cualquier discusión sin preámbulos.
Corto y duro. Las presentaciones le aburren. Odia los informes largos.
Nada de circunloquios. Todo tiene que ser rápidamente metabolizado.
Una estrategia política cabe en un tuit, un acuerdo en una conversación.
No hay nada que no pueda ser reducido, compactado, exhibido. Por eso
ama Twitter. Y aún más la televisión. Frente a la pantalla pasa, según las
reconstrucciones más rigurosas, un mínimo de cuatro horas diarias. Le
gusta especialmente la extraplana que hizo instalar en el comedor, y cada
mañana lo primero que ve es el conservador Fox and Friends. A partir de
ahí empieza a escudriñar, no ya lo que ocurre en el mundo sino lo que el
mundo piensa de él. Y si algo no le gusta, brama. Y cuando brama, a
nadie se le escapa. Su gabinete, sus generales, sus adversarios, el orbe
entero lo descubre al instante.
Es ya una liturgia. De lunes a viernes, a eso de las seis de la mañana, a veces
con un big mac en la mano y una coca-cola light esperando, Donald Trump
lanza su metralla en Twitter. Lo hace, según los medios estadounidenses,
desde la cama, en pijama y casi siempre solo. La intimidad es algo sagrado
para él. No comparte habitación con su esposa Melania y desde que llegó al
1600 de Pennsylvania Avenue exigió, en contra del servicio de seguridad,
colocar una cerradura en su puerta. Ahí dentro, con la televisión encendida y
el móvil en la mano, el antiguo rey de la telerrealidad se crece.
Puede ser una amenaza al juez que ha paralizado su veto migratorio, un ataque
a los medios críticos, una acusación de espionaje a Barack Obama, un insulto
sangrante a la presentadora Mika Brzezinski, otro a un jugador negro de fútbol
americano, un indulto al sheriff racista Joe Arpaio, una invectiva al alcalde
musulmán de Londres en pleno atentado terrorista… El presidente dispara
tuits como si estuviera en una caseta de feria. Incansable, en un año ha