Sara de la Sobera - 10.° grado
Mi amada Andrómaca
y mi querido Astianacte
Mañana es el día que mi destino será sellado por los
temerosos dioses en el Olimpo. Pelearé con el Pelida de
pies ligeros, el mejor guerrero de los griegos, el hijo de la
ninfa Tetis: Aquiles. Aunque sé que siempre he sido fiel a
los dioses y tengo el favor de Zeus y Apolo, temo que será
el último día que camine sobre la tierra de mi preciosa
patria. Cada vez que cierro los ojos veo la cara de Patroclo,
primo de Aquiles, a quien yo mismo envié a los dominios
de Hades pensando que era el hijo de Peleo.
Como todo mortal, la muerte cada vez se me acerca
más, pero yo no la temo. No, mi querida Andrómaca, yo no
la temo ni tampoco temo pelear con un renovado guerrero
como Aquiles. Lo que en verdad me angustia es que tú
tengas que sufrir por mi culpa, y que derrames lágrimas
amargas por causa de mi perdición. Acuérdate que nuestro
amor va mucho más allá que los límites de esta corta vida:
si no permanecemos juntos en este mundo, lo estaremos
en el próximo. Por favor, dale un beso grande a Astianacte
de mi parte: es mi único consuelo en esta vida llena de
violencia y sangre derramada.
Quisiera poder evitar esta pelea y permanecer a su lado,
pero siempre fui llamado a proteger a Troya y a Paris, y los
dos están en peligro. Te ruego que no culpes a Paris por
nada de lo que ha de ocurrir, ni tampoco a Helena. Prefiero
luchar una guerra por causa del amor que por causa de la
mera búsqueda de riquezas o gloria. Si llego a morir, dile a
mi precioso Astianacte cuando crezca que morí siendo un
héroe, y que esa es la mejor forma de morir.
Con todo el amor del mundo y del mundo venidero,
Travesía • revista estudiantil
Héctor
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