tradiciones y costumbres | Page 7
-¿En dónde estamos, buen amigo? -dijo Golfín-. Esto es una pesadilla.
-Esta zona de la mina se llama la Terrible -repuso el ciego indiferente al estupor de su
compañero de camino-. Ha estado en explotación hasta que hace dos años se agotó el mineral
de calamina. Hoy los trabajos se hacen en otras zonas que hay más arriba. Lo que a usted le
maravilla son los bloques de piedra que llaman cretácea y de arcilla ferruginosa endurecida que
han quedado después de sacado el mineral. Dicen que esto presenta un golpe de vista sublime,
sobre todo a la luz de la luna. Yo de nada de eso entiendo.
-Espectáculo asombroso, sí -dijo el forastero deteniéndose en contemplarlo-, pero que a mí
antes me causa espanto que placer, porque lo asocio al recuerdo de mis neuralgias. ¿Sabe usted
lo que me parece? Me parece que estoy viajando por el interior de un cerebro atacado de
violentísima jaqueca. Estas figuras son como las formas perceptibles que afecta el dolor
cefalálgico, confundiéndose con los terroríficos bultos y sombrajos que engendra la fiebre.
Marianela
-¡Choto, Choto, aquí! -dijo el ciego-. Caballero, mucho cuidado ahora, que vamos a entrar en
una galería.
En efecto, Golfín vio que el ciego, tocando el suelo con su palo, se dirigía hacia una
puertecilla estrecha, cuyo marco eran tres gruesas vigas.
El perro entró primero olfateando la negra cavidad. Siguiole el ciego con la impavidez de
quien vive en perpetuas tinieblas. Teodoro fue detrás, no sin experimentar cierta repugnancia
instintiva hacia la importuna excursión bajo la tierra.
-Es pasmoso -dijo- que usted entre y salga por aquí sin tropiezo.
-Me he criado en estos sitios y los conozco como mi propia casa. Aquí se siente frío;
abríguese usted si tiene con qué. No tardaremos mucho en salir.
Iba palpando con su mano derecha la pared, formada de vigas perpendiculares. Después
dijo:
-Cuide usted de no tropezar en los carriles que hay en el suelo. Por aquí se arrastra el
mineral de las pertenencias de arriba. ¿Tiene usted frío?
-Diga usted, buen amigo -interrogó el doctor festivamente-. ¿Está usted seguro de que no
nos ha tragado la tierra? Este pasadizo es un esófago. Somos pobres bichos que hemos caído en
el estómago de un gran insectívoro. ¿Y usted, joven, se pasea mucho por estas amenidades?
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-Mucho paseo por aquí a todas horas, y me agrada extraordinariamente. Ya hemos entrado
en la parte más seca. Esto es arena pura... Ahora vuelve la piedra... Aquí hay filtraciones de agua
sulfurosa; por aquí una capa de tierra, en que se encuentran conchitas de piedra... También hay
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