tradiciones y costumbres | Page 17

-Sí, señor; yo le digo todo. Él me pregunta cómo es una estrella, y yo se la pinto de tal modo hablando, que para él es lo mismito que si la viera. Yo le explico todo, cómo son las yerbas, las nubes, el cielo, el agua y los relámpagos, las veletas, las mariposas, el humo, los caracoles, el cuerpo y la cara de las personas y de los animales. Yo le digo lo que es feo y lo que es bonito, y así se va enterando de todo. -Veo que no es flojo tu trabajo. ¡Lo feo y lo bonito! Ahí es nada... ¿Te ocupas de eso?... Dime, ¿sabes leer? -No, señor. Si yo no sirvo para nada. Decía esto en el tono más convincente, y el gesto de que acompañaba su firme protesta parecía añadir: «Es usted un majadero en suponer que yo sirvo para algo.» -¿No verías con gusto que tu amito recibía de Dios el don de la vista? Marianela La muchacha no contestó nada. Después de una pausa, dijo: -¡Divino Dios! Eso es imposible. -Imposible no, aunque difícil. -El ingeniero director de las minas ha dado esperanzas al padre de mi amo. -¿D. Carlos Golfín? -Sí, señor. D. Carlos tiene un hermano médico que cura los ojos, y, según dicen, da vista a los ciegos, arregla a los tuertos y les endereza los ojos a los bizcos. -¡Qué hombre más hábil! -Sí, señor; y como ahora el médico anunció a su hermano que iba a venir, su hermano le escribió diciéndole que trajera las herramientas para ver si le podía dar vista a Pablo. -¿Y ha venido ya ese buen hombre? -No, señor: como anda siempre allá por las Américas y las Inglaterras, parece que tardará en venir. Pero Pablo se ríe de esto y dice que no le dará ese hombre lo que la Virgen Santísima le negó desde el nacer. 16 -Quizás tenga razón... Pero dime, ¿estamos ya cerca?... porque veo chimeneas que arrojan un humo más negro que el del infierno, y veo también una claridad que parece de fragua. © RinconCastellano 1997 – 2011  www.rinconcastellano.com