tradiciones y costumbres | Page 117
-¡Alma! ¿qué pasa en ti?
Florentina se echó a llorar.
-¡El alma -murmuró, inclinando su cabeza sobre el pecho- ya ha volado!
-No -dijo Teodoro, tocando a la Nela-. Aún hay aquí algo; pero es tan poco, que parece ha
desaparecido ya su alma y han quedado sus suspiros.
-¡Dios mío!... -exclamó la de Penáguilas, empezando una oración.
-¡Oh!, ¡desgraciado espíritu! -murmuró Golfín-. Es evidente que estaba muy mal alojado...
Los dos la observaron muy de cerca.
Marianela
-Sus labios se mueven -gritó Florentina.
-Habla.
Sí, los labios de la Nela se movieron. Había articulado una, dos, tres palabras.
-¿Qué ha dich o?
-¿Qué ha dicho?
Ninguno de los dos pudo comprenderlo. Era sin duda el idioma con que se entienden los que
viven la vida infinita.
Después sus labios no se movieron más. Estaban entreabiertos y se veía la fila de blancos
dientecillos. Teodoro se inclinó, y besando la frente de la Nela, dijo así con firme acento:
-Mujer, has hecho bien en dejar este mundo.
Florentina se echó a llorar, murmurando con voz ahogada y temblorosa:
-Yo quería hacerla feliz, y ella no quiso serlo.
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