TRABAJO SOCIAL | Page 60

60 La especialización que acompaña el proceso de industrialización ha penetrado incluso al ámbito de las relaciones sociales. Cada generación tiende a relacionarse con otros de similar edad, y principalmente fuera del hogar, lo que se traduce en un sentimiento de independencia que lleva como contrapartida la ruptura de la solidaridad entre las generaciones. En consecuencia, cuando el Adulto Mayor ya no puede mantenerse independientemente, cuando necesita ser cuidado, al no ser parte integrada de un grupo de parentesco, su agregación a una familia nuclear pasa, en mayor o menor medida a ser una carga e incluso un estorbo. El que los Adultos Mayores se relacionen con gente de similar edad en las distintas organizaciones en las que la Tercera edad participa, los ayuda a compartir sus experiencias de vida con personas que sí los quieren escuchar, personas de similar edad que sí están interesados en compartir sus experiencias, que comparten el interés por temas como la religiosidad, el temor a la muerte, las crisis por pérdida de personas cercanas y significativas, el nido vacío, etc. Es importante, por tanto, que a los Adultos Mayores se les incentive a organizarse y participar, esto los favorece a ellos mismos. D) Imagen negativa del Adulto Mayor: En este contexto (Sociedad contemporánea), el Adulto Mayor no cumple funciones productivas, luego es inútil y sin valor. Se queda atrás, es anticuado y menospreciado. No tiene ya nada que ofrecer y se le descarta a un plano inferior. Además, cuando el viejo ya no puede valerse por sí mismo y pasa a depender de otros, se le considera una carga, y se piensa que “su cuidado es casi un desperdicio de los escasos recursos de que dispone la sociedad”.126 Los rasgos de esta imagen se imputan socialmente a todos y cada uno de los Adultos Mayores. Resultan lógicas, entonces, las actitudes de rechazo, desprecio y abandono que se tienen hacia los viejos. 126 Barros, C.; 1979. Pp. 20 - 21