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Existe una justificación moral y práctica de la acción, aunque ésta, muchas
veces parece quedar como dogma de fe, sin ser develada por medio de la reflexión del
profesional.
La intervención (que implica políticas, planes y proyectos sociales) requiere
de una discusión no sólo centrada en los recursos asignados y requeridos o en los
efectos reales sino que también debe encarar las implicancias morales.
Lo moral como se ha definido en este estudio, es un tipo de saber racional
que orienta la acción: “es un saber práctico, un saber para actuar, un saber social,
que orienta el conjunto de la vida, consiguiendo sacar de ella lo más posible, para lo
cual necesita saber ordenar inteligentemente las metas que persiguen.” 77
Por lo tanto, si es un saber práctico, necesariamente está presente en el
profesional, porque como persona que es, no deja ser un ser moral al ejercer su
vocación, a la cual ha optado siendo coherente con la historia personal. Así bien, el
ser moral no es restrictivo al individuo, sino a principios universales.
El desconocer este ámbito del quehacer profesional implicaría un alto costo
social, en especial para quienes son beneficiarios de esta acción, se traduciría este
desconocimiento,
en
una
perversión
de
la
acción
como
lo
es
la
instrumentalización.
La instrumentalización de la acción es hacer que la realidad siempre se
ajuste a los instrumentos, metodologías y enfoques teóricos, y no viveversa, no existe
flexibilidad. El profesional pasa a ser un técnico experto, que sólo relaciona medios
con fines específicos.
Así también la falta de reflexión sobre y en la acción conlleva hacia otro tipo
de perversión de ésta, que se identifica como activismo; el activismo es “la
disociación radical entre trabajo mental y trabajo físico”.78
77
78
Cortina, A. 1996.P. 22.
Cfr. en Mendoza. Op.Cit. 1997. P. 17.