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RECAPITULANDO:
A pesar de la ambigüedad del concepto profesión se ha logrado admitir ciertos
elementos que permiten definirlo. Una profesión requiere de
un cúmulo de
conocimientos de cierto nivel de complejidad, en este estudio se han distinguido dos
tipos de conocimiento, que conceptualmente se definen: uno como conocimiento
teórico, que se adquiere en el proceso de formación académica, y otro denominado
saber práctico que es un tipo de aprendizaje dado por el hacer, en la experiencia.
Las profesiones hablan de un conocimiento socialmente aceptado como
válido, hay una acción reconocida dada por la eficacia de ésta. Representan poder
social que nace del conocimiento que manejan los profesionales y el que les otorgan
las personas con las que trabajan, los recursos que poseen por medio del marco
institucional bajo el cual actúan.
La acción profesional tiene un carácter ético moral, esta acción requiere ser
guiada por un código ético, ya que existe en el proceso de intervención, un constante
dirimir entre intereses del propio profesional, de la institución y de los que son sujetos
de atención.
Las profesiones hacen una contribución a las necesidades sociales al contar
con un análisis que legitima su acción y que le otorga grados de autonomía.
Un profesional del área social, en donde se da una constante interacción con
las personas requiere tener vocación, que disfrute de lo que hace, ya que está
expuesto a tensiones que se presentan en la compleja realidad y por ende, a sufrir
desgaste en su quehacer. Para ello es importante mantener un continuo proceso
reflexivo, que permita un aprendizaje facilitador para su acción.
Al hacer una aproximación a lo que es el trabajo social, queda claro que el
trabajador social se mueve en el ámbito de lo humano, pues trabaja con personas, y
todo lo que realiza afecta a la sociedad en su conjunto. Se mueve en la realidad de las
fuerzas, potencialidades y de las demandas sociales33 y de las carencias, de la
33
Sanchez y Valdez; 1989. P. 69.