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sino que pucha, realmente poder capacitarlos, para llegar a formar organizaciones que
funcionen (...) pero yo diría que esa visión todavía no está (...) si el Trabajador Social
tiene responsabilidad en esta visión asistencial, yo no lo veo tan así, yo creo que la
presión ha sido muy grande (...) de repente tu has intentado hacer otro tipo de trabajo, y
el miedo te lleva a volver, entonces hay que luchar contra eso, es un desafío. Yo no diría
que es pasivo el rol del T.S., porque hay muchos factores que entran en juego (...) un
poco la comunidad que se ha acostumbrado a recibir fácilmente algún tipo de ayuda.”
(A.S)
Lo asistencial, en términos de lo que se ha logrado rescatar de las presentes
entrevistas, tiene una connotación bastante negativa en todos los municipios que han
sido investigados, siempre se trata de hacer notar que la asistencia se da en un grado
mínimo. El “problema de la asistencia” se ve aumentado, porque los actuales A.M. se
formaron con la idea de la “visitadora social”, que tiene toda una connotación asistencial
y que es difícil de revertir. Pero también se vislumbra un cierto énfasis en justificar la
asistencia como parte del ajetreo municipal, dando a entender que es “mala,” pero el
municipio lo exige. El discurso implícito de los trabajadores sociales nos revela que
detrás de las acciones asistenciales se da una especie de frustración profesional, porque
ésta no es tan gratificante en cuanto al desarrollo de habilidades y capacidades, tanto de
orden práctico