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debe estar presente, independiente de la tarea que le toque realizar. El municipio percibe
que el T.S. debe estar al servicio de las personas, responder a las necesidades de la gente
de la comuna donde le toque trabajar. En cierta medida, también la gente espera de parte
del municipio ciertas acciones que vayan en beneficio de su comunidad, ahora, el
problema se da en quién hace lo que se demanda. El profesional se ve frente a una
tensión, un conflicto que él tiene que negociar. Ahí está en juego el status profesional y
el de la persona que lo ejerce; en cierta medida, hay cosas “que puede realizar
cualquiera” (A.S). Ahora bien, el discurso latente del profesional, deja claro que
efectivamente es una opción personal realizar estas “tareas inferiores”, pues se afirma
“alguien tenía que hacerlo” (A.S). Pareciera ser que en los profesionales, si bien se
critica el trabajo que se realiza, se da una suerte de justificación de las tareas, y que se
toma en las propias manos lo que los demás no quieren realizar (tareas que el trabajador
social considera que “debe hacerlas alguien”, aunque sean desagradables).
Dentro de lo implícito también se vislumbra la concepción de estas tareas como
“inferiores”, que no requieren de nuestros “conocimientos especializados”. Respecto de
esto es necesario definir claramente cuál es el rol del asistente social en el ámbito
público, pues independiente de la visión que tenga el profesional en relación a ciertas
tareas, el hacerse cargo de todas ellas genera un desgaste, el profesional no puede estar
respondiendo a todas las expectativas que de él se tienen, se debe delimitar el ámbito de
su acción, lo que no significa que éste no desarrolle su iniciativa y creatividad.
3. La actoría del Trabajador Social:
Respecto de la eficiencia existente a nivel municipal, es percibido por los
trabajadores sociales como un imposible, para algunos se requiere de un cambio a
nivel estructural.“...Calidad total, la municipalidad jamás lo ha visto porque aquí,
hablar de eficiencia ¡no!, aquí tu llegas, y a las 9 de la mañana el funcionario recién
está sacando su tacita para tomar té, para empezar a trabajar tipito 9 y media, 20
para las diez (...) y perdóname si tu quieres hacer cambios ¡estas frita!, porque es
muy bonito ser quijote, pero...” (A.S). Este discurso, implícita y explícitamente es una
verdadera crítica social a lo que está pasando en muchos sectores del servicio público,
y se denota una angustiosa necesidad de cambiar la actoría del trabajador social, una
actoría que en términos de la influencia en la toma de decisiones en el marco