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Los discursos señalan, que en cierta medida a los profesionales les cuesta
definir la profesión en pocas palabras, ello se debe también a la amplia gama laboral
en donde puede ejercer un asistente social: “En estos momentos, ver el trabajo social
es hacer un análisis muy amplio. Yo creo que es importante analizarlo en términos de
lo que ha sido la trayectoria profesional de uno y lo que ha sido también el escenario
que le ha tocado desarrollar (...) uno como trabajador social es un poco actor de
todas estas realidades (...) el T.S. no es un ingeniero industrial... es, como lo dice su
nombre, para servir a la comunidad (...) la investigación la estoy haciendo en todo
momento, es decir, yo para trabajar un grupo de la tercera edad (...) tengo que partir
por investigar (A.S) Los discursos latentes nos denotan que la profesión tiene una
función y un propósito dentro de una sociedad fuertemente problematizada, que
busca el bienestar de las personas que viven en ella, en este propósito los trabajadores
sociales se conciben a sí mismos como actores en esta sociedad, que desarrollan su
accionar en conjunto con los grupos vulnerables, en este caso con los adultos
mayores. Según esta percepción el trabajo social existe en la medida que los
problemas se presentan, este discurso latente concuerda con lo que Javier Corvalán
plantea, al decir que una intervención social tiene su origen en el principio de
inaceptabilidad: el trabajador social observa la sociedad fuertemente problematizada,
y considera, en interacción con otros, que ciertas situaciones demandan un cambio, de
un hacer intencionado. El considerar una situación como inaceptable tiene relación
con los esquemas interpretativos sociales que manejan los trabajadores sociales,
esquemas que derivan de su formación profesional, de la socialización y de la cultura
en la cual están insertos, aspectos que implican una posición valórica basada en
normas morales socialmente adquirid \Έ\