Tom Sawyer
www.librosmaravillosos.com
Mark Twain
-¡Qué cosa más tremenda! ¿Cómo supo que le estaba embrujando?
-Mi padre lo conoce a escape. Dice que cuando le miran a uno fijo le están
embrujando, y más si cuchichean. Porque si cuchichean es que están diciendo el
«Padre nuestro» al revés.
-Y dime, Huck, ¿cuándo vas a probar con ese gato?
-Esta noche. Apuesto a que vienen a llevarse esta noche a Hoss Williams.
-Pero le enterraron el sábado. ¿No crees que se lo llevarían el mismo sábado por la
noche?
-¡Vamos, hombre! ¡No ves que no tienes poder hasta medianoche, y para entonces
ya es domingo. Los diablos no andan mucho por ahí los domingos, creo yo.
-No se me había ocurrido. Así tiene que ser. ¿Me dejas ir contigo?
-Ya lo creo..., si no tienes miedo.
-¡Miedo! Vaya una cosa... ¿Maullarás?
-Sí, y tú me contestas con otro maullido. La última vez me hiciste estar maullando
hasta que el tío Hays empezó a tirarme piedras y a decir: «¡Maldito gato!» Así es
que cogí un ladrillo y se lo metí por la ventana; pero no lo digas.
-No lo diré. Aquella noche no pude maullar porque mi tía me estaba acechando;
pero esta vez maullaré.
Di, Huck, ¿qué es eso que tienes?
-Nada; una garrapata.
-¿Dónde la has cogido?
-Allá en el bosque.
-¿Qué quieres por ella?
-No sé. No quiero cambiarla.
-Bueno. Es una garrapatilla que no vale nada.
-¡Bah! Cualquiera puede echar por el suelo una garrapata que no es suya. A mí me
gusta. Para mí, buena es.
-Hay todas las que se quiera.
-Podía tener yo mil si me diera la gana.
-¿Y por qué no las tienes? Pues porque no puedes. Esta es una garrapata muy
temprana. Es la primera que he visto este año.
-Oye, Huck: te doy mi diente por ella.
47
Preparado por Patricio Barros