Tom Sawyer
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Mark Twain
una renta que era simplemente prodigiosa: un dólar por cada día de entre semana
durante todo el año, y medio los domingos. Era precisamente lo mismo que el
pastor ganaba...; es decir, no era precisamente lo que le habían prometido, aunque
nunca conseguía recaudarlo. Un dólar y cuarto por semana bastaba para mantener,
alojar y pagar la escuela a un muchacho en aquellos inocentes días de antaño, y
hasta para vestirlo y lavarlo, por añadidura.
El juez Thatcher se había formado un alto concepto de Tom. Decía que un
muchacho como otro cualquiera no hubiera logrado sacar a su hija de la cueva.
Cuando Becky le contó, muy confidencialmente, cómo Tom se había hecho cargo del
vapuleo que le correspondía a ella, en la escuela, el juez se emocionó visiblemente;
y cuando ella trató de disculpar la gran mentira que había dicho Tom para evitarle
aquel vapuleo y echárselo él a cuestas, el juez dijo con gran entusiasmo que era
aquélla una noble, una generosa, una magnánima mentira; una mentira que podía
tenérselas tiesas y pasar