Tom Sawyer
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Mark Twain
Capítulo 35
El respetable Huck se une a la banda
Como el lector puede suponer, la inesperada fortuna de Tom y Huck produjo una
intensa conmoción en el pobre lugarejo de San Petersburgo. Tan enorme suma,
toda en dinero contante, parecía cosa increíble. Se habló de ella, se soñó con ella,
se la magnificó hasta que la insana excitación llegó a perturbar la cabeza de más de
un vecino. Todas las casas encantadas de San Petersburgo y de los pueblos
cercanos fueron disecadas tabla por tabla, y arrancados y analizados los cimientos
piedra por piedra, en busca de tesoros ocultos; y no por muchachos, sino por
hombres talludos, y de los más graves y menos noveleros muchos de ellos.
Dondequiera que Tom y Huck se presentaban eran agasajados, despertaban la
admiración y los contemplaban con embelesamiento. Los muchachos no lograban
acordarse que sus opiniones hubieran sido consideradas de peso en otro tiempo;
pero ahora sus dichos se atesoraban y se repetían; todo cuanto hacían parecía ser
considerado como cosa notable; era evidente que habían perdido el poder de hacer
o decir cosas corrientes y adocenadas; además, se hicieron excavaciones en su
historia pasada y se descubrieron en ella señales de rara originalidad. El periódico
de la localidad publicó bosquejos biográficos de los dos chicos.
La viuda de Douglas colocó el dinero de Huck al seis por ciento, y otro tanto hizo el
juez Thatcher con el de Tom, a instancias de tía Polly. Cada uno de ellos tenía ahora
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Preparado por Patricio Barros