GRASAS
El anciano necesita un aporte de grasa
adecuado como fuente de energía, vehículo
de vitaminas liposolubles y también para
mejorar la palatabilidad de la dieta.
Las grasas deben aportar como máximo el
35% de la energía de la dieta con una
distribución de <10% de ácidos grasos
saturados, ≤10% de poliinsaturados y el
resto como monoinsaturados. El aporte de
colesterol no debería sobrepasar los 300
mg/día (2).
En la población europea y americana se
recomienda que el aporte de grasas no
sobrepase el 30% de la energía diaria. Sin
embargo, en España y otros países en los
que el aceite de oliva representa la parte
mayoritaria del total de grasas de la dieta,
su ingesta global puede llegar hasta el 35%
de la energía.