The NON Magazine - N° 06 | Page 16

NON 16
Rincón creativo | NC-17

Comenzó como un juego

Damien Knight Capítulo III: No quiero volver a tener esta conversación. Nunca más.( 1 a parte)

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C erca de las tres de la mañana, las luces de la sirena del auto del sheriff iluminaron el interior del auto, despertando a Derek. Luego de pasar sus manos por su rostro para despertar completamente, Derek revisó si su chaqueta aún cubría al desnudo Stiles junto a él— no sería apropiado que su padre lo viese desnudo en el auto de un supuesto acusado de asesinato— para después abrir la ventana y hablar con el hombre que esperaba junto al Camaro.

“ Sheriff,” dijo Derek, al ver al hombre junto a su ventana.
“ Sr. Hale, ¿ le molestaría explicarme por qué está estacionado en este lugar y sin camisa?”
“ Yo … yo solo esta …” En esos momentos se escucho un grrrrr desde el asiento del copiloto, haciendo que el sheriff dirigiese la luz de su linterna hacia la persona dormida junto a Derek. El hombre solo suspiró, cerró sus ojos y deseó que la incómoda situación terminase lo antes posible. El sheriff volvió a mirar al hombre sin camisa, rascó su cabeza en silencio por un momento y luego preguntó“¿ es ese …?”
“ Mmm … sí” respondió Derek, con la mirada fija en el manubrio.
“ Y ustedes estaban …”
“ Ehhh … sí” volvió a responder, sin apartar la mirada, evitando mirar al padre de Stiles.
“¿ Se dan cuenta por qué deben mantener este tipo de actividades en el dormitorio y no en lugares públicos?” preguntó el sheriff, en el mismo tono que él siempre usaba para retar a su hijo.
“ Sí señor, lo sé.”
“ Voy a volver a mi auto y quiero que antes de llegar a él, pongas en marcha tu auto y salgas de aquí hacia donde sea que vivas … y no quiero volver a tener esta conversación. Nunca más. ¿ Entendido?”
“ Entendido, señor” dijo Derek, al momento que hacía girar la llave, echando a andar el motor del auto. Por el espejo retrovisor, Derek vio como el sheriff volvía su auto y se alejaba del lugar. Manejando lentamente hacia la gasolinera abandonada a las afueras del pueblo, el lugar donde estaba pasando las noches, Derek oía los murmullos y sonidos que Stiles hacía en sus sueños y, sin saber por qué, sonrió.
Al llegar a destino, Derek aparcó su auto en la parte de atrás del edifico, para que nadie lo viese desde la carretera, tomó al aún dormido joven entre sus brazos, la ropa de éste, y subió al segundo piso, a una oficina que Derek ocupaba como dormitorio.