La importancia de la preinformación en la traducción
Entre diferentes lenguas y oralidades
Para empezar, en mi opinión, la traducción propuesta del título de la obra de Borges no es la adecuada. El término “language” es incorrecto ya que podría ser traducido como “lengua” y ese no es el enfoque ni el punto de vista de Borges en su obra. A principio del siglo XX, en nuestro país coexistían diferentes lenguas y oralidades debido a la inmigración, como ser el español, el italiano, el arrabalero, el lunfardo, el criollo; y Borges hace mención a todas ellas en su obra. Él opina que el idioma de los argentinos no está en el léxico o en la gramática, sino en el tono conversacional del diálogo de los porteños. Es decir, la peculiaridad nacional va más allá de la lengua, por este motivo es que la traducción “language” no sería la correcta. Para él, el idioma de los argentinos no es el lunfardo, no es el arrabalero, no es el español, sino que es el criollo, y está en su entonación, en la afectividad emocional de las palabras, en el “ser argentino”. Él dice: “Mejor lo hicieron nuestros mayores. El tono de su escritura fue el de su voz; su boca no fue la contradicción de su mano. Fueron argentinos con dignidad: su decirse criollos no fue una arrogancia orillera ni un malhumor”. En su opinión el idioma de los argentinos es la conversación porteña, el tono implicado, y esta peculiaridad nacional va más allá del vocabulario, de la lengua, es por esto que la traducción del título no es la adecuada.
Giuliana Yocco
La connaturalidad de la voz
La traducción "The Language of the Argentines" no es la mejor propuesta para el título "El idioma de los argentinos" porque Borges hace una reducción de lo nacional a lo porteño en esta obra.
En mi opinión, el criollismo lingüístico que toma Borges no representa a la totalidad del pueblo argentino. Él habla de una connaturalidad de la voz. Dice que escribir es conversar, pero no se refiere a cualquier tipo de conversación, sino a la de los porteños. Toma las conversaciones aristocráticas y encuentra una marca fonética, una determinada entonación dentro de un marco cosmopolita. El criollismo lingüístico sería el del porteño culto, y descarta otras áreas. Se opone a lo criollo, a lo arrabalero y a lo gauchesco. Los rechaza como charla vernacular porteña. Considera al lunfardo un vocabulario y no una lengua, por ser un ejercicio de la sinonimia que no crea nuevas ideas. Por otro lado, rechaza lo que representa: lo canallesco, el delito. También descarta el arrabalero por ser un espacio de las clases marginales. Lo relaciona con el rencor obrero y con la delincuencia.
A pesar de rechazar el lunfardo y el cocoliche, su idea de la lengua criolla comparte la intención de representar la oralidad.
Para Borges, el idioma de los argentinos es una mera travesura lingüística, una forzada aproximación de dos voces sin correspondencia objetiva. Una voz ya está prefigurada en el arrabalero de los sainetes y otra en los casticistas que creen inútil la refacción del idioma.
Sonia González