Don Armando
3
Su fiel amigo Aurelio lo acompañaba todas las noches siempre apoyándolo en todo pero sin decir nada.
El té estaba en la mesa mientras Aurelio pasaba por ahí, no se fijo y metió la pata en el. Salió corriendo sin hacer ruido.
Armando revisó su correo y a este había llegado un sudoku que le envió su amigo. Éste decidió dejar su trabajo de lado para hacer el sudoku.
Mientras los números giraban en su cabeza y daban vuelta, decidió ir a tomar el té que había dejado en la mesa.
Su sabor explotó de nuevo en su lengua como cuando era niño, sus pupilas dilataron, las venas se expandieron. Su corazón se detuvo por instantes y su sonrisa creció hasta quedar atrofiados los músculos faciales.
Desde entonces toma el mismo té jugando sudoku, esperando los números resuelvan su problema de encontrar de nuevo esa sensación de explosión en su lengua.