Test Drive | Page 13

—¿No nos traicionará? —Respondemos con nuestras vidas. —¡Pues, andando! El oscuro bosque se alzaba ante ellos impenetrable. Los árboles, con sus troncos gigantescos y su desmesurado follaje, no les dejaban ver una estrella del cielo. Las ramas caían en festones por todas partes, y raíces misteriosas se levantaban súbitas, obligándolos a hacer uso de sus hachas. Miles de puntos luminosos danzaban a nivel del suelo y proyectaban haces de luz para luego apagarse. Eran las grandes luciérnagas de la América meridional, vaga lume, que en número de dos o tres dentro de un frasco pueden iluminar una habitación. Habrían recorrido unas dos millas cuando Carmaux, que iba delante, montó su pistola y exclamó, deteniéndose: —¿Un jaguar o un hombre? El Corsario se echó a tierra y escuchó conteniendo la &W7