NES
Nueva Escuela Secundaria de la Ciudad de Buenos Aires
Los contenidos que se
incluyen en los tres primeros
ejes se refieren a las prácticas
del lenguaje y se vinculan
a la formación del lector
estético, del ciudadano y
del estudiante. El cuarto eje
incluye contenidos lingüísticos
que los alumnos han de
adquirir en el ejercicio mismo
de las prácticas, de modo
tal que se constituyan en
herramientas que habrán
de reutilizar en la lectura, la
escritura y la oralidad.
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ejemplo con diferentes obras, autores, temas literarios
o lingüísticos, otros destinatarios u otra circulación;
están relacionados con los estudios literarios y sobre
el estudio y uso de la lengua, como ámbitos específicos de profundización disciplinar.
El abordaje de las prácticas de lectura, escritura
y oralidad como los contenidos centrales de la asignatura le plantea a la práctica docente interrogantes
legítimos en relación con cómo planificar situaciones
de aula en las que se prioricen estas prácticas del lenguaje o cuáles son las condiciones didácticas para hacer del aula una comunidad de lectores y escritores.
Una primera respuesta a estos interrogantes reside en
la tarea conjunta de encarnar los contenidos en secuencias de trabajo, proyectos de escritura y actividades permanentes de lectura y escritura con propósitos
comunicativos claros y compartidos con los jóvenes.
En primer lugar, se considera que las decisiones sobre qué leer no se agotan en la selección de uno o varios textos; es necesario trazar una relación entre estos,
mostrar un camino, una ruta de lectura, pues se trata de
recorridos de lectura y no solo de un listado de textos.
Resulta entonces apropiado pensar una trama de experiencias de lectura que se apoyen en uno o más corpus organizados de manera variada, y que habiliten a los
alumnos a establecer relaciones diversas y personales
entre los textos, entre estos y el contexto de producción,
atravesando épocas, espacios y, también, géneros.
En segundo lugar, se propone que se vaya tramando la construcción de secuencias didácticas que integren prácticas de lectura, escritura y oralidad. En este
sentido, se insiste en el valor de la escritura desde una
concepción distante de aquella que la presenta como
mero instrumento puesto a funcionar en el momento de la evaluación de la lectura o como integración
(cierre) de una secuencia didáctica. Por un lado, se
plantea la escritura como un espacio de posibilidad
para transformar, recrear –y, entonces, resignificar– el
conocimiento y las sensaciones, imágenes, percepciones generadas por la lectura. La escritura permitiría, desde esta concepción, reorganizar y potenciar
la activación de los referentes públicos y privados que
suscita la lectura en cada lector (Rosenblatt, 2002).
Por otro, se trabajaría en la planificación para dotar a
las secuencias de escritura de un contexto que trascienda el aula, a fin de compartir con los alumnos el
propósito comunicativo, destinatarios y el ámbito de
circulación que den sentido a la producción.
La propuesta de contenidos de Lengua y Literatura
fue organizada en torno a estos cuatro ejes:
Prácticas del lenguaje en relación con la literatura.
Prácticas del lenguaje y participación ciudadana.
Prácticas del lenguaje en contextos de estudio de la
literatura y del lenguaje.
Herramientas de la lengua. Uso y reflexión.
Los contenidos que se incluyen en los tres primeros
ejes se refieren a las prácticas del lenguaje y se vinculan a la formación del lector estético, del ciudadano y
del estudiante. El cuarto eje incluye contenidos lingüísticos que los alumnos han de adquirir en el ejercicio
mismo de las prácticas, de modo tal que se constituyan en herramientas que habrán de reutilizar en la
lectura, la escritura y la oralidad.
Al considerar a la literatura como una práctica sociocultural, no se pretende subsumirla en un campo
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