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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
ción artística y la realidad de las artes alcanzan
el máximo valor que nunca habían tenido en el
centro de la cultura de Occidente: se produce una
sacralización de la figura del arte, con toda la
tensión de un drama. Los románticos arrancan
la poesía de su relativa posición confortable a
la cabeza simbólica de la creación estética, y la
exaltan hasta convertirla en la experiencia de un
sacrificio, es decir de un acto sacro. Esta singularización de una actividad artística entre otras
marca el modelo para progresivas exaltaciones:
la música, en las mismas esferas temporales y
territoriales del Romanticismo alemán, pero también, aunque más tarde, la arquitectura. La idea
de un arte rector, que simboliza la matriz de las
artes, idea radicalmente explotada para la música
en las exposiciones wagnerianas, construye un
modelo determinante para la arquitectura.
En las teorías simbolistas, desarrolladas
en Francia en la segunda mitad del XIX, y que
constituyen variaciones de las mismas ideas, las
esencias aparecen como un remoto fondo hacia
el cual la diversidad de los medios de las artes se
dirigen. Lo esencial es el misterio, inconcebible
sin la aparición de los instrumentos de las artes,
la belleza ha resultado inasible, después de haber
sido descrita como un desbordamiento total de
lo mensurable en lo sublime. Ha sido enajenada
de la realidad. También el simbolismo realiza
un apunte nuevo de la comunidad de las viejas
artes: ocultando radicalmente el centro al cual se
dirigen, las aúna en la persecución de esta finalidad al tiempo que afirma la igualdad de todo
medio, ya sea palabra, sonido, color o forma.
Así se expresa la teoría de las correspondencias.
N uevamente, disolución y reunión, muerte y
resurrección de los acoplamientos entre las artes
y sus medios.
En los círculos neogóticos de la Inglaterra
del XIX, especialmente en los análisis de orientación ética y moral de John Ruskin (1819-1900),
y en el ámbito más tardío del expresionismo germánico, la arquitectura se dispone a representar
este valor matricial. Comprendida como esfera
que da cabida a las otras artes, que les permite
una existencia en coherente colaboración, simbolizada por la olvidada enseñanza de la catedral medieval, recuperada en ella la dignidad de
los diversos oficios y por tanto, también matriz
de las artes aplicadas, de las artesanías olvidadas por la tradición estética ilustrada. La arquitectura se constituye así como el recinto simbólico, también de carácter sacro, en el cual cobra
sentido la unificación de las artes y la recuperación de sus posibilidades completas. Disolución y reunión en el claustro de la arquitectura;
disolución de la vieja familia de las bellas artes;
reunión de la totalidad de la potencia creativa en
un universo nuevo.
De esta ideología es exponente claro el
discurso fantástico sobre la catedral de cristal,
elaborado en las respuestas de la arquitectura
alemana al expresionismo, antes literario y pictórico, a partir de la primera postguerra. Sus
imágenes se presentan en las fantasmagorías de
Bruno Taut, que se sustenta en la influencia del
poeta Paul Scheerbart, y que vuelve en realidad
la mirada hacia la mística medieval de la luz y
hacia la revelada ciudad del libro del Apocalipsis. Sustituye la arquitectura al magma informe
de la música en la concepción de la obra de arte
total, Gesamtkunstwerk, expuesta por Wagner a
mediados del siglo XIX, defendida por Nietzsche en su ensayo sobre la tragedia, en 1872. Gropius escribe en 1919: “Artistas, derribemos al fin
los muros levantados entre las artes…y volva-
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.