81
Estética
Alberti, en la iglesia de Sant‘Andrea de Mantua
y en el pequeño templo Malatestiano en Rimini,
elabora, con mayor atención hacia el modelo de
la antigüedad, diversas combinatorias de figuras
y proporciones clásicas, condensadas en el plano
esencial de la fachada, convertido por él, en cierto
modo, en un plano ilusorio y pictórico en el cual
la realidad ha sido sustituida por el imaginario
de los monumentos de la Roma antigua. Alberti
se comporta, también, como filólogo clásico,
proyectando los usos de las nuevas letras
renovadas por los humanistas de toda Europa al
texto metafórico que construye el edificio. Estas
obras describen, solamente, el punto de partida,
que será seguido en progresiva extensión temporal y geográfica por las siguientes generaciones
de arquitectos y artistas. Bramante pudo partir ya
de los ejercicios iniciales para sondear las repercusiones espaciales de los nuevos sistemas de la
“cita” clásica y de las elaboraciones teóricas de
los órdenes, durante los últimos años de su vida
y los primeros del siglo XVI, en Roma. Y Palladio parece poner un acorde final, de simple pero
elaborada fortaleza, a los tiempos fundacionales
que llamamos Renacimiento.
El nuevo orden clásico no sólo levanta
edificios, sino que trama una teoría autónoma,
elabora un discurso que confirma y reconduce la
experiencia constructiva. Para esta teoría, que se
establece en una secuencia de libros de gran éxito,
iniciada por el mismo Alberti con su manuscrito
latino De Re Aedificatoria, de 1452, publicado
en Florencia en 1485, y continuada por los libros
de Sebastiano Serlio, ya ilustrados y publicados
a mediados del siglo XVI, y por I Quattro Libri
dell’ Architettura de Andrea Palladio, publicado
en Venecia en 1570, será esencial demostrar la
base matemática y geométrica de clasicismo a
través de la proporción de los órdenes, así como
las observaciones del legado de las ruinas de
Roma, que cerrarán el sistema de garantía teórica
de la oportunidad del Renacimient