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73 Estética veradas de significados mágicos, rituales, simbólicos. Hegel describió esta etapa como arquitectura simbólica, en sus lecciones de Estética dadas en la Universidad de Berlín a partir de 1818, que se establecía como eje de un arte simbólico, anterior a la arquitectura clásica del periodo grecorromano. Arquitectura simbólica porque da forma concreta para aproximarse a lo impreciso: al dios, cuya naturaleza no ha sido todavía elaborada y quien, sin poseer todavía una imagen, no puede ser representado. El arte de la arquitectura se limita a dar cuenta de su dimensión, a preparar su aparición entre los hombres, a través de una presencia brutal, abstracta, aunque ordenada.3 Y aunque la división hegeliana parece ahora discutible, llegados a una mayor conciencia histórica, todavía nos parece útil porque pone de relieve el orden del esfuerzo, del instinto que se dirige a dar forma a una primera arquitectura monumental, aparecida en el ámbito de las ciudades. En todo caso, en las culturas que suceden en el Mediterráneo a estos primeros sembrados de una arquitectura monumental, se dejará escuchar, por primera vez, la voz reflexiva que habla de la realidad de la belleza, y de su significado en la órbita total del mundo. Y, al mismo tiempo, sin que podamos reconocer un discurso específico sobre la relación entre arquitectura y belleza, la obra construida se abrirá en el espacio siguiendo otro orden de intenciones estéticas: se hará más proporcionada a la medida humana, se intensificará su apariencia ornamental, se afinará su relación con el paisaje y con la naturaleza, así como su relación con la ciudad. Sin que nos hayan quedado explícitas las razones de estos cambios, los advertimos, los sentimos avanzar por los itinerarios del tiempo histórico. Kannon “Aristipo, filósofo socrático, arrojado por una borrasca a las playas de Rodas, advirtiendo en ellas trazadas algunas figuras geométricas, cuentan que exclamó a sus compañeros en esta forma: ánimo, amigos míos, pues aquí descubro huellas de hombres”. (Vitruvio, L. VI, I) De todo nuestro pasado, sigue siendo el sistema de ideas elaborado por la Grecia antigua el de mayor peso en nuestra cultura. Incluso rebasado, olvidado y reinterpretado continuamente, sigue resultando el telón de fondo sobre el cual se recorta nuestra ideología contemporánea: el inicio del camino de nuestra propia experiencia histórica. Los griegos se establecieron en el sendero de progreso que ha caracterizado al mundo occidental. Se esforzaron en plantear preguntas que sus creencias no podían contestar, en responderlas de manera clara y en cederlas al futuro al escribirlas. Una vez la cultura científica de la antigua Grecia se hubo constituido en una tradición fuerte, encontramos sistemáticamente cercado el problema de la belleza. La pregunta sobre la percepción agradable del sonido armónico, la pregunta sobre lo esencial de lo bello, sobre su poder en el alma humana, sobre su relación con el cosmos, desplegó un sistema de indagación que, sin embargo, se mantuvo inmerso en el orden de las preguntas generales sobre la verdad del mundo. Al refinarse el orden del discurso, vemos solidificarse, hacerse estable y concre- Las divisiones de los ciclos históricos establecidas por Hegel tienen precedentes ya en las aproximaciones a la historia del inicio de la Edad Moderna y, sobre todo, en las primeras concepciones románticas de la “historia”. 3 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.