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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
por distintas manos, debían obedecer fielmente a
las premisas de un proyecto. El hecho de uniformar ya no sólo construcción sino ornamentación
desde el tiempo previo del proyecto distingue al
hombre moderno.
Pero la construcción tardó mucho tiempo
desde la época del Renacimiento hasta poder utilizar elementos más complejos de fabricación
seriada, más allá del simple ladrillo. Fueron los
elementos de hierro de fundición los primeros
productos verdaderamente seriados en el marco
técnico constructivo. El hierro da forma a la totalidad de los elementos estructurales de un edificio
a partir de mediados del XIX, configura arcos,
vigas, tirantes, cadenas, pilares y también ornamentos. El hierro de fundición resultó más resistente a la compresión que la piedra. El hierro de
forja, mucho más resistente ante la tracción y, por
tanto, también más resistente ante la flexión30, ya
había colaborado secretamente en las estructuras
arquitectónicas desde la Grecia clásica. La intuición constructiva de la antigüedad había comprendido las posibilidades de este material para
absorber las tracciones cosiendo, a través de
grapas, los bloques pétreos entre sí en las obras
de cantería.31 Su papel en la historia de la construcción, como material no considerado noble,
fue de refuerzo, apareciendo sistemáticamente
enmascarado. Aunque su uso fue creciendo, de
tal manera que en el siglo XVIII lo encontramos
realizando importantes funciones estructurales,
como en el pronaos del Panteón de París, obra de
Rondelet, en el cual se establece una verdadera
armadura de barras de hierro que permite afinar
las dimensiones de los elementos pétreos.
También el vidrio sufrió una revolución
industrial, progresando en paralelo a la industria
del hierro, fabricado en serie, en elementos de
dimensiones cada vez mayores, abaratando los
procesos. Pudo finalmente el vidrio sustituir en
las viviendas comunes los pobres elementos de
papel parafinado, o los curtidos. La fabricación
del vidrio para la construcción había sido privilegio de templos y de palacios en los siglos anteriores.
En cuanto la industria suministró vidrio y
hierro de manera masiva, ya fuera de hierro de
fundición o de forja, el edificio se pudo convertir en un objeto derivado también de la industria.
Derivado en cuanto la industria lo hacía posible
materialmente, abarataba y aceleraba su construc ción y, de una manera más sibilina, le cedía
algunos de sus modelos formales. La imagen
del montaje, del engranaje, de lo repetitivo hasta
evocar la infinitud, son algunos de los vínculos
que engarzan arquitectura e industria en el XIX.
Sin embargo, los esfuerzos para comprender los recursos técnicos del hierro como material de construcción se realizaron antes que los
que reflexionaban sobre sus posibilidades estéticas. Las consecuencias inmediatas del uso del
hierro en arquitectura fueron las prácticas. Las
consecuencias formales y estéticas se comprendieron ante la realidad de las obras, a medida que
se fueron mostrando.32
En el ámbito estrictamente técnico se
puede señalar que la estructura de hierro culminó
el proceso de diferenciación de los elementos
arquitectónicos que había intuido la construcción
V. Argan, op. cit.
V. Paricio: “prácticamente nunca se rinde esta capacidad del
hierro ante la flexión”, op. cit.
31
V. Paricio, op. cit.
32
Acaso el único en establecer un análisis teórico de posibilidad del
hierro fuera Viollet-Le-Duc; v. Hereu, Pere, “La reflexió sobre la
técnica a l’arquitectura del segle XIX”, en Teoria de l’arquitectura.
L’ordre i l’ornament, Edicions UPC, Barcelona, 1998.
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© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.