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46 Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales por distintas manos, debían obedecer fielmente a las premisas de un proyecto. El hecho de uniformar ya no sólo construcción sino ornamentación desde el tiempo previo del proyecto distingue al hombre moderno. Pero la construcción tardó mucho tiempo desde la época del Renacimiento hasta poder utilizar elementos más complejos de fabricación seriada, más allá del simple ladrillo. Fueron los elementos de hierro de fundición los primeros productos verdaderamente seriados en el marco técnico constructivo. El hierro da forma a la totalidad de los elementos estructurales de un edificio a partir de mediados del XIX, configura arcos, vigas, tirantes, cadenas, pilares y también ornamentos. El hierro de fundición resultó más resistente a la compresión que la piedra. El hierro de forja, mucho más resistente ante la tracción y, por tanto, también más resistente ante la flexión30, ya había colaborado secretamente en las estructuras arquitectónicas desde la Grecia clásica. La intuición constructiva de la antigüedad había comprendido las posibilidades de este material para absorber las tracciones cosiendo, a través de grapas, los bloques pétreos entre sí en las obras de cantería.31 Su papel en la historia de la construcción, como material no considerado noble, fue de refuerzo, apareciendo sistemáticamente enmascarado. Aunque su uso fue creciendo, de tal manera que en el siglo XVIII lo encontramos realizando importantes funciones estructurales, como en el pronaos del Panteón de París, obra de Rondelet, en el cual se establece una verdadera armadura de barras de hierro que permite afinar las dimensiones de los elementos pétreos. También el vidrio sufrió una revolución industrial, progresando en paralelo a la industria del hierro, fabricado en serie, en elementos de dimensiones cada vez mayores, abaratando los procesos. Pudo finalmente el vidrio sustituir en las viviendas comunes los pobres elementos de papel parafinado, o los curtidos. La fabricación del vidrio para la construcción había sido privilegio de templos y de palacios en los siglos anteriores. En cuanto la industria suministró vidrio y hierro de manera masiva, ya fuera de hierro de fundición o de forja, el edificio se pudo convertir en un objeto derivado también de la industria. Derivado en cuanto la industria lo hacía posible materialmente, abarataba y aceleraba su construc ción y, de una manera más sibilina, le cedía algunos de sus modelos formales. La imagen del montaje, del engranaje, de lo repetitivo hasta evocar la infinitud, son algunos de los vínculos que engarzan arquitectura e industria en el XIX. Sin embargo, los esfuerzos para comprender los recursos técnicos del hierro como material de construcción se realizaron antes que los que reflexionaban sobre sus posibilidades estéticas. Las consecuencias inmediatas del uso del hierro en arquitectura fueron las prácticas. Las consecuencias formales y estéticas se comprendieron ante la realidad de las obras, a medida que se fueron mostrando.32 En el ámbito estrictamente técnico se puede señalar que la estructura de hierro culminó el proceso de diferenciación de los elementos arquitectónicos que había intuido la construcción V. Argan, op. cit. V. Paricio: “prácticamente nunca se rinde esta capacidad del hierro ante la flexión”, op. cit. 31 V. Paricio, op. cit. 32 Acaso el único en establecer un análisis teórico de posibilidad del hierro fuera Viollet-Le-Duc; v. Hereu, Pere, “La reflexió sobre la técnica a l’arquitectura del segle XIX”, en Teoria de l’arquitectura. L’ordre i l’ornament, Edicions UPC, Barcelona, 1998. 29 30 © Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.