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Técnica
ción de las comunidades urbanas da la señal de
partida a la carrera técnica: la rueda y el arado,
las técnicas de escritura, la plomada y la escuadra, la fabricación del vidrio, la posibilidad de
medidas y pesas comunitarias. Cada una de estas
técnicas abre un universo de experiencias y de
figuras del futuro. El despliegue técnico es exponencial en el tiempo de la Historia.
La arquitectura se sirve ya desde su origen
de una multitud de técnicas: es la encrucijada
de las técnicas originarias, el lugar donde nace
también el descubrimiento. La arquitectura, en
el sentido estricto y pleno, se encuentra en el
marco de estos núcleos urbanos, hace más de
5000 años. La arquitectura es monumental desde
su mismo origen. Tiende a incorporar y agotar
los medios de los cuales la comunidad dispone,
no se conforma con resolver las demandas vitales, sino que las trasciende.
Las expectativas del desarrollo técnico en
la edad de las ciudades, en la edad del artesano,
ya no se encuentran en la deriva del azar, aunque
el azar nunca ha sido excluido como posibilidad
del cambio en la historia de las obras humanas.
Las posibilidades de cambio se encuentran en
el mismo perfeccionamiento de las técnicas. Las
tradiciones técnicas que se extienden a lo largo
de todo el mundo antiguo y medieval, ya histórico, se basan en la maestría, en el recto proceder, en la justa aplicación de un saber que se desprende del obrar. De un saber estable transmitido
por tradición oral de generación en generación.
La estabilidad genera la posibilidad del cambio.
El experimento le precede siempre. Tal vez este
orden entrañe una paradoja, pero es lo que diferenciará la edad moderna de manera radical del
mundo antiguo y medieval: el giro del hombre
moderno reside en la capacidad que se dio a sí
mismo para avanzar del conocimiento a la factura, para elaborar una capacidad científica que
se adelantase a su modo de obrar, dirigiéndolo.
La capacidad de darse a sí mismo la dirección de
su futuro, sin dejar de atender el universo imaginario de lo posible y sin olvidar nunca la herencia de la tradición.
La larga edad de la técnica del artesano
supone la preparación de la etapa científica. A
ella pertenecen los modelos estables de la arquitectura, perfeccionados siempre, y perfectibles.
A ella los cambios sin fracturas, los fracasos sin
explicación lógica, los callejones sin salida de
los distintos modos de construir. En la Atenas de
Pericles se nos describe una ciudad de artesanos,
en la cual se establecieron las distintas cofradías,
siguiendo el modelo organizativo de los ejércitos.8 El gremio, la comunidad especializada, es
el lugar en que se transmitió el saber artesano
durante toda la edad antigua, y durante la Edad
Media de Occidente. En el gremio se aprendía la
eterna lección de la estabilidad, sin espacio para
la especulación apenas perceptible, se aseguraba
la recta repetición de la norma.
El saber del artesano es un saber normativo. El arquitecto, cabeza de artesanos, ya aglutinaba la complejidad de los oficios en el mundo
antiguo, pero también su proceder se establecía
en el interior cerrado de una tradición, cuyo saber
se transmitía en gran medida de manera oral.
El templo dórico se estancó en el tiempo
de una técnica sin solución de continuidad. Su
refinada ornamentación encubre un sistema primario de construcción en el cual la dimensión de
8
Plutarco, Vidas paralelas. Aunque se trata de una proyección
sobre el pasado de las concepciones romanas. La existencia
de gremios en Grecia ha sido muchas veces puesta en duda.
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.