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Introducción a la arquitectura. Conceptos fundamentales
trabajos y los días, Hesíodo narra el funesto robo
del fuego, y describe a un Zeus vengativo que
urde la construcción de Pandora, a quién dota de
una vasija repleta de maldiciones. Desde entonces, “mil diversas amarguras deambulan entre
los hombres: repleta de males está la tierra y
repleto el mar.”4
Las vaguedades del mito describen el
origen técnico de la cultura y advierten de la peligrosidad del juguete. Y una vez más, los mitos
tienen razón, o acaso sólo intuición histórica.
Dado que el problema de la técnica es su límite,
las condiciones de su utilidad que engendran la
posibilidad de la destrucción. La conciencia de
ese límite ha rozado muchas veces la factura
arquitectónica, la laboriosidad de las técnicas que
la hacen posible implica también el agotamiento
de los medios, la esterilidad de las empresas y el
sufrimiento de los hombres.
La técnica en el tiempo de los artesanos
Si atendemos a la realidad histórica podemos
asegurar que el iniciarse del hombre en la técnica
fue lento. No fue regalo de los dioses, sino larga
conquista de una especie. El primer gran logro
técnico, distinto radicalmente de cualquier habilidad animal, debió ser el apropiarse del fuego,
pero transcurrieron más de 500000 años hasta
que el hombre estuvo en condiciones no sólo de
conservarlo sino de producirlo, hacia el 12000
aC. Los hornos para la cocción del barro pudieron fabricarse hacia el 30000 aC., pero las primeras vasijas de barro cocido datan del 10000
aC. En el ámbito constructivo se puede señalar
que los primeros ladrillos secados al sol se realizaron hacia el 6000 aC. Mientras que la gran
pirámide de Gizah,5 que implica la talla regular
de la piedra, la mesura, y el conocimiento de la
plomada y de la escuadra, así como la del plano
inclinado para el levantamiento de las masas
constructivas, no pudo iniciarse sino poco antes
del 2500 aC, ya en el marco de una sociedad
que poseía no sólo el lenguaje, sino la escritura,
capaz de organizar proyectos colectivos y capaz
de vivir en el mayor de ellos que es la ciudad,
capaz de concebir el criterio de la monumentalidad y el deseo de la sobrevivencia.6
Por otro lado, antes de las primeras comunidades de características urbanas y del descubrimiento de la escritura, habilidades que propician la aceleración del progreso técnico, en el
ámbito prehistórico, los hombres ya capaces de
utilizar instrumentos y de dar sentido simbólico
a sus construcciones, apenas podían conducir el
cambio técnico, dirigir sus movimientos de perfeccionamiento. En muchas ocasiones sólo del
azar cabría esperar la posibilidad del adelanto,
del progreso, del descubrimiento. Y este esperar
al azar es la causa de la lentitud del desarrollo en
las técnicas prehistóricas.7 Mientras en el ámbito
urbano, la técnica se especializa, se subdivide en
las manos de los diversos oficios: sólo en este
supuesto de la especialización se puede esperar
una mayor rapidez de evolución, y la posibilidad
de dar un sentido al progreso técnico. La irrupHesíodo, Los trabajos y los días. Edición de Aurelio Pérez Jiménez
y Alfonso Martínez Diez, en Hesíodo. Obras y fragmentos, Gredos,
Madrid, 1978, p. 129.
5
No se trata del primer monumento funerario egipcio, que es la
del rey Zoser en Sakkara, pero es la primera obra que implica una
elaborada precisión t écnica.
6
Y, por supuesto, aunque no bajo el concepto más tardío de esclavitud, sí una sociedad que impone el trabajo a una multitud de siervos cuya fuerza sumada puede abordar el cometido monumental.
7
Ortega ha llamado a esta etapa técnica del azar, radicalizando esta
idea, considerando el azar el único motivo posible de cambio.
4
© Los autores, 2001; © Edicions UPC, 2001.