partes sin dejar ningún pasadizo.
Pero eran hombres que sabían orientarse por instinto, y estaban seguros de llegar en
poco tiempo a la cerca.
En efecto, tras haber atravesado la parte boscosa del jardín, se encontraron en terrenos
cultivados. Pasaron sin detenerse por delante del quiosco chino, retrocedieron para no
perderse entre aquellas gigantescas plantas, se metieron de nuevo en medio de los parterres y,
corriendo a través de las flores, llegaron finalmente junto a la cerca, sin ser descubiertos por
los soldados, que estaban ya explorando todo el jardín.
-Despacio, Sandokán -dijo Yáñez, sujetando a su compañero, que estaba ya a punto de
lanzarse hacia la empalizada-. Los disparos pueden haber atraído a los soldados que vimos
salir después de la puesta del sol.
-¿Crees que habrán vuelto al jardín?
-¡Eh!... ¡Calla!... Agáchate aquí cerca y escucha.
Sandokán aguzó los oídos, pero no oyó más que el susurro de las hojas.
-¿Has visto a alguien? -preguntó.
-He oído romperse una rama detrás de la empalizada.
-Puede haber sido cualquier animal.
-Y pueden haber sido los soldados. ¿Quieres que te diga más? Me parece haber oído
cuchichear a algunas personas. Apostaría el diamante de mi kriss contra una piastra42' a que
detrás de esta empalizada hay casacas rojas emboscados. ¿No te acuerdas del grupo que
abandonó el jardín?
-Sí, Yáñez. Pero no nos quedaremos encerrados aquí dentro.
-¿Y qué quieres hacer?
-Cerciorarme de si está el camino libre.
Sandokán, que ahora se había vuelto mucho más prudente, se alzó sin hacer ruido, y,
después de haber echado una rápida mirada bajo los árboles del jardín, trepó con la ligereza de
un gato por la empalizada.
Apenas había alcanzado la cima, cuando de la otra parte oyó palabras en voz baja.
-Yáñez no se había equivocado -murmuró.
Se inclinó hacia adelante y miró bajo los árboles que crecían al otro lado de la cerca. A
pesar de que la oscuridad era profunda, descubrió vagamente unas sombras humanas reunidas
junto al tronco de una colosal casuarina.432
Se apresuró a bajar y se reunió con Yáñez, el cual no se había movido.
-Tenías razón -le dijo-. Al otro lado de la cerca hay hombres al acecho.
-¿Son muchos?
-Me han parecido una media docena. -¡Por Júpiter!...
-¿Qué hacemos, Yáñez?
-Tenemos que alejarnos deprisa y buscar por otro sitio una vía de salvación.
-Temo que ya sea demasiado tarde. ¡Pobre Marianna!... Quizá nos creerá ya presos o
acaso muertos.
-No pensemos en la muchacha por ahora. Somos nosotros los que corremos un grave
peligro.
-Vámonos de aquí.
42
Voz italiana con que se designa a una moneda de plata, cuyo valor varía según el país a que
pertenezca. En el siglo XVI se acuñó en Italia una moneda de plata de gran módulo con ese nombre. En Oriente
circulan piezas de plata de diversos orígenes y de valores bastante parecidos. En la Indochina francesa, la piastra
fue unidad monetaria legal.
43
Especie de árbol de gran porte, característico del archipiélago malayo, Australia y Madagascar. Una de las
veinticinco especies posee hojas que se emplean como digestivas y sus semillas contra los dolores de cabeza
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