Test Drive | Page 88

apuntando ante sí la carabina. -Quieto ahí, Yáñez -murmuró. -¿Qué has visto? -Hay unos hombres parados delante de la casa. -¿No será el lord con Marianna? Sandokán, a quien le latía con furia el corazón, se alzó lentamente y aguzó la mirada, mirando aquellas figuras humanas con profunda atención. -¡Maldición!... -murmuró, rechinando los dientes-. ¡Soldados!... -¡Oh, oh! La madeja se enmaraña -refunfuñó el portugués-. ¿Qué hacemos? -Si hay aquí soldados, es señal de que Marianna se encuentra todavía en la quinta. -Eso me parece también a mí. -Entonces ataquémoslos. -¡Estás loco!... ¿Quieres que te fusilen? No somos más que dos y ellos quizá son diez, tal vez incluso treinta. -¡Pero tengo que v W&