Test Drive | Page 68

advierte a mis piratas de mi llegada, pero diles que me dejen tranquilo, porque tengo que decir ciertas cosas a Yáñez allá arriba, que deben ser un secreto para vosotros. -Capitán, nadie vendrá a molestaros, si tal es vuestro deseo. Y ahora, dejadme daros las gracias por haberme conducido aquí otra vez y deciros que, si hay que sacrificar un hombre, aunque sea por salvar a un inglés o a una mujer de su raza, estaré siempre dispuesto. -¡Gracias, Giro-Batol, gracias... y ahora vete! Y el pirata, volviendo a arrojar hasta el fondo de su corazón el recuerdo de Marianna, involuntariamente evocado por el malayo, subió las escaleras, elevándose entre las tinieblas 14 Amor y embriaguez Cuando llegó a la cima del gran acantilado, Sandokán se detuvo a la orilla y su mir