-¡Si dais un paso más, si hacéis el menor movimiento, os mato como a un perro!
11
Giro -B atol
El pirata, sin espantarse por aquella brusca intimación, que podía costarle la vida, se volvió
lentamente, apretando el sable, dispuesto a servirse de él.
A seis pasos de él, un hombre, un soldado, sin duda el sargento Willis, mencionado poco
antes por los dos rastreadores, se había alzado de detrás de un matorral y lo apuntaba
fríamente, al parecer resuelto a cumplir al pie de la letra la amenaza.
Lo miró tranquilamente, pero