Test Drive | Page 50

-Más bien temo que haya asesinado a todos los habitantes de la casa, porque no se oye ningún ruido. -¿Pero habrá sido capaz de hacer todo eso? -Es un bandolero capaz de todo -respondió el cabo-. ¡Ah, cómo me alegraría verlo danzar en el extremo de una verga, con un metro de cuerda al cuello! Sandokán, que no perdía una sola palabra, dejó oír un sordo gruñido y fijó en el cabo unos ojos inyectados en sangre. -Espera un momento -murmuró, rechinando los dientes-. El primero en caer vas a ser tú. En aquel momento se oyó el cuerno del lord dentro de la quinta. -¿Otra señal? -murmuró Sandokán. -Adelante -ordenó el cabo-. El pirata está alrededor de la casa. Los soldados se acercaron lentamente, lanzando miradas de inquietud a todas partes. Sandokán midió de un vistazo la distancia, se irguió sobre las rodillas, y luego de un salto se lanzó contra los enemigos. Abrir el cráneo al cabo y desaparecer en medio de j la cercana fronda fue cuestión de un solo momento. Los soldados, sorprendidos por tanta audacia, aterrados por la muerte de su compañero, no pensaron en hacer fuego instantáneamente. Aquella breve vacilación le bastó a Sandokán para alcanzar a escondidas la cerca, atravesarla de un salto y desaparecer del otro lado. Pronto estallaron gritos de furor, acompañados de varias descargas de fusil. Todos, oficiales y soldados, se lanzaron como un solo hombre fuera del jardín, desperdigándose en todas las direcciones y disparando algún tiro, con la esperanza de alcanzar al fugitivo, pero ya era demasiado tarde. Sandokán, que había escapado milagrosamente de aquel cerco de armas, galopaba como un caballo, adentrándose en las selvas que rodeaban la finca de lord James. Libre en el espeso boscaje, donde tenía ocasión de desplegar mil artimañas y de esconderse en cualquier sitio, ya no temía a los ingleses. ¿Qué le impo